Los parásitos de la malaria, aunque están muy extendidos entre los chimpancés salvajes y los gorilas, no se habían detectado en los bonobos, hasta ahora. Un equipo dirigido por Beatrice Hahn, de la Universidad de Pensilvania, dedujo que algo fallaba, probablemente porque los estudios anteriores habían dejado de analizar poblaciones aisladas. Con esto en mente, Hahn realizó un estudio más extenso, aumentando el número y los lugares habitados por poblaciones silvestres de bonobo. Los resultados, publicados en Nature Communications, apuntan no solo a bonobos infectados, sino a una nueva especie de malaria.
El laboratorio de Hahn estudia a los patógenos (como el VIH o la malaria) de nuestros parientes para obtener una mayor comprensión de los responsables de estas enfermedades en los seres humanos. Debido a que muchos de estos primates están en peligro de extinción, el equipo de Hahn ha desarrollado métodos de muestreo no invasivos, como el análisis a partir de la materia fecal de los simios recolectada en el suelo del bosque.
«No encontrar ninguna evidencia de malaria en bonobos salvajes simplemente no tenía sentido, dado que los bonobos en cautiverio son susceptibles a esta infección – explica Hahn en un comunicado –. Entonces lo que hicimos fue buscar lagunas biológicas para explotar potencialmente la historia de estos patógenos para comprender mejor cómo se cruzan con los humanos».
Según el Informe Mundial de la Malaria, hubo 214 millones de casos de malaria a nivel mundial en 2015 y 438,000 muertes por la enfermedad, un descenso del 37 y 60 %, respectivamente, desde el año 2000. Sin embargo, se necesita trabajar más para combatir el parásito, especialmente desde las barreras que impiden la transmisión entre especies ya que no se conocen bien.
El equipo de Hahn descubrió que los bonobos son, de hecho, susceptibles a una gran variedad de parásitos de la malaria Plasmodium, incluida una especie de Laverania desconocida anteriormente que es específica de los bonobos. (Los parásitos de Laverania son parientes cercanos del parásito de la malaria humana P. falciparum).
«Parece probable que estos parásitos evolucionaron conjuntamente con los simios africanos – concluye el coautor Paul Sharp –, lo que sugiere que los antepasados de los bonobos estaban infectados, algo que implica que la mayoría de las comunidades silvestres de bonobos han perdido parásitos de la malaria”.
Hasta hace poco, había seis especies conocidas de simios infectadas con Laverania que exhibían una estricta especificidad del hospedador (asociación con una sola especie huésped) en poblaciones silvestres: tres eran de chimpancés y las otras de gorilas occidentales. En 2010, Hahn y sus colegas descubrieron que los gorilas eran el origen del parásito humano de la malaria, Plasmodium falciparum, el más frecuente y letal que infecta a las personas.
Juan Scaliter