Cuando entramos en una habitación desconocida, nuestro cerebro es bombardeado con información sensorial. En el caso de un recinto ya conocido, la mayoría de esta información ya está almacenada en la memoria a largo plazo. Sin embargo, si la habitación no resulta familiar, el cerebro crea un nuevo recuerdo de ella casi de inmediato.
Neurocientíficos del MIT, liderados por Susumu Tonegawa, han descubierto cómo ocurre esto. Una pequeña región del tallo cerebral, conocida como locus coeruleus (LC), se activa en respuesta a nuevos estímulos sensoriales, y esta actividad desencadena la liberación de una gran cantidad de dopamina en una determinada región del hipocampo para almacenar un recuerdo de la nueva ubicación.

«Tenemos la notable capacidad de memorizar algunas características específicas de una experiencia en un entorno completamente nuevo – explica Tonegawa en un comunicado – , y esa capacidad es crucial para nuestra adaptación al mundo en constante cambio. Este estudio abre una interesante vía de investigación sobre el mecanismo del circuito mediante el cual los estímulos conductuales relevantes se codifican específicamente en la memoria a largo plazo, asegurando que los estímulos importantes se almacenan preferentemente sobre aquellos incidentales”.

El LC responde a una variedad de entradas sensoriales, incluida la información visual, así como el sonido y el olor, y luego envía información a otras áreas del cerebro, incluido el CA3, una parte del hipocampo responsable de formar memorias de entornos nuevos. Para descubrir el papel de la comunicación entre el LC y el CA3, los investigadores manipularon genéticamente ratones para que pudieran bloquear la actividad neuronal entre esas regiones.

Para poner a prueba la capacidad de los ratones para formar nuevos recuerdos, el equipo de Tonegawa colocó los ratones en un gran espacio abierto que nunca habían visto, luego los retiraron. Al día siguiente, los colocaron en el mismo espacio. Los ratones cuyas conexiones LC-CA3 no fueron bloqueadas pasaron mucho menos tiempo explorando el espacio en el segundo día, porque el entorno ya les resultaba familiar. Sin embargo, cuando los investigadores interfirieron con la conexión LC-CA3 durante la primera exposición al espacio, los ratones exploraron el área el segundo día tanto como lo hicieron en la primera. Esto sugiere que no pudieron formar un recuerdo del nuevo entorno.

Juan Scaliter