Hasta cierto punto, la extinción tiene que ver con la energía. Los animales se mueven sobre su entorno como los hacen los comecocos, recortando recursos para alimentar su supervivencia. Si ganan un cierto umbral de energía, se reproducen, es decir, ganan na vida extra. En cambio, si encuentran demasiados obstáculos, mueren de hambre y termina la partida para ellos.
La mayoría de los modelos que evalúan el riesgo de extinción reducen los sistemas ecológicos complejos a una relación lineal entre la densidad de recursos y el crecimiento de la población, algo que se puede aplicar ampliamente para inferir cuánta pérdida de recursos puede soportar una determinada especie.
Esta semana en Nature Communications, un equipo interdisciplinario de científicos, liderado por Chris Kempes, propone un modelo de extinción más matizado que también muestra por qué las especies animales tienden a evolucionar hacia tamaños corporales más grandes. Se trata del Modelo Nutricional Estructurado (NSM por su siglas en inglés), que incorpora el tamaño corporal y la escala metabólica en un modelo de extinción donde los animales “hambrientos” o “completos”, grandes y pequeños, interactúan y procrean en un paisaje con limitaciones recursos.
«A diferencia de muchos modelos anteriores – explica Kempes en un comunicado –, este da cuenta del tamaño corporal y la escala metabólica, lo que permite predicciones sobre el riesgo de extinción y también nos da una forma sistemática para evaluar cuán lejos están las poblaciones de sus estados más estables”.
En el NSM, los animales hambrientos son susceptibles a la mortalidad, y solo los animales completos tienen la capacidad de reproducirse. Debido a que las necesidades energéticas de los animales cambian con el tamaño del cuerpo, los investigadores basaron sus cálculos de alimentación y reproducción, en las leyes de escalamiento biológico que relacionan el tamaño corporal con el metabolismo.
«A medida que incorporamos más realismo en la rapidez con que los organismos ganan o pierden grasa corporal mientras encuentran o no encuentran recursos, los resultados de nuestro modelo comenzaron a alinearse con relaciones ecológicas y evolutivas a gran escala – concluye Justin Yeakel, coautor del estudio –. Lo más sorprendente fue la observación de que el NSM predice con precisión el tamaño corporal máximo de los mamíferos observados en el registro fósil”.
Juan Scaliter