No es un cuento tradicional, pero, hace mucho, pero mucho tiempo, apenas 400.000 años después del Big Bang, el universo estaba completamente oscuro: no había estrellas ni galaxias, y el universo estaba lleno principalmente de hidrógeno neutro (no ionizado).
Luego, durante los siguientes 50-100 millones de años, la gravedad arrastró lentamente las regiones de gas más densas hasta que finalmente el gas colapsó en algunos lugares para formar las primeras estrellas. Pero, ¿cómo eran y dónde se formaron estas estrellas?
Después de 12 años intentando responder estas preguntas, un equipo de científicos, liderado por Judd Bowman, ha detectado las huellas dactilares de las primeras estrellas del universo. Se trata de la primera evidencia del nacimiento de las estrellas, apenas 180 millones de años después de que el universo comenzara.
“Hubo un gran desafío técnico para hacer esta detección – explica Peter Kurczynski, de la National Science Foundation, en un comunicado –, ya que las fuentes de ruido pueden ser mil veces más brillantes que la señal, es como estar en medio de un huracán e intentar escuchar el aleteo de un colibrí”.
Pero para encontrar a este colibrí, hay que saber qué buscar. Cuando surgieron las primeras estrellas, la luz ultravioleta penetró el hidrógeno neutro que antes mencionábamos y alteró su estado. El cambio provocó que el hidrógeno absorbiera fotones y dejara una nueva huella que es posible detectar. El equipo de Bowman utilizó el EDGES, un instrumento terrestre llamado espectrómetro de radio, ubicado en el Observatorio de Radioastronomía Murchison (MRO) en Australia. Con él se midió el espectro de radio promedio de la mayoría de las señales astronómicas que se reciben en el hemisferio sur y se buscó esa frecuencia precisa, conocida como emisión a 21 cm.
Y entonces, 12 años después del inicio dl experimento se lograron detectar las señales. Las mismas contienen una gran cantidad de información que abre una nueva ventana para comprender cómo se formaron y evolucionaron las primeras estrellas, y luego los agujeros negros
«Es poco probable que podamos ver más atrás en la historia de las estrellas en nuestras vidas – concluye Bowman –. Este proyecto muestra que una nueva técnica prometedora puede funcionar y ha allanado el camino para décadas de nuevos descubrimientos astrofísicos”.
El estudio se ha publicado en la revista Nature.
Juan Scaliter