Un grupo de antropólogos del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, liderados por Rick Potts, ha descubierto que los primeros humanos en África Oriental habían comenzado a comerciar con grupos distantes, utilizando pigmentos de colores y fabricando herramientas más sofisticadas que los de la Edad de Piedra Temprana. Estas actividades, recientemente descubiertas, datan del registro fósil conocido más antiguo de Homo sapiens y son de decenas de miles de años antes de lo que se había demostrado anteriormente en la región.

La evidencia de estos hitos en el pasado evolutivo de los humanos proviene de la cuenca de Olorgesailie en el sur de Kenia, allí existe un registro arqueológico de los homininos que abarca más de un millón de años. Los nuevos descubrimientos, publicados en Science, indican que estos comportamientos surgieron durante un período de tremenda variabilidad ambiental en la región. A medida que los terremotos remodelaron el paisaje y el clima fluctuaba entre condiciones húmedas y secas, la innovación tecnológica, las redes de intercambio social y la temprana comunicación simbólica, habrían ayudado a los primeros humanos a sobrevivir y obtener los recursos que necesitaban a pesar de las condiciones impredecibles.

La primera evidencia de vida humana en la cuenca de Olorgesailie proviene de hace aproximadamente 1,2 millones de años. Durante cientos de miles de años, las personas que vivían allí fabricaron y usaron herramientas de corte de piedra grandes llamadas hachas de mano. La datación isotópica reveló que las herramientas eran sorprendentemente antiguas, hechas entre 320.000 y 305.000 años atrás. Estaban cuidadosamente elaboradas y más especializadas que las grandes, multiuso. Muchas tenían puntos diseñados para ser conectados a un eje y potencialmente usados como armas arrojadizas, mientras que otros tenían forma de raspadores o punzones.

El equipo de Potts también descubrió rocas negras y rojas (manganeso y ocre), junto con evidencia de que las rocas habían sido procesadas para usar como material colorante.
“No sabemos en qué se usó el tinte – explica Potts –, pero los arqueólogos a menudo señalan a los tintes como la raíz de la comunicación simbólica compleja. Al igual que el color se usa hoy en día en la ropa o en las banderas para expresar identidad, estos pigmentos pueden haber ayudado a las personas a comunicar la membresía en alianzas y mantener vínculos con grupos distantes”.

Con la esperanza de comprender lo que podría haber impulsado cambios tan fundamentales en el comportamiento humano, el equipo de Potts recurrió a datos de una variedad de fuentes para evaluar y reconstruir el antiguo entorno en el que vivían los creadores de estos artefactos. Sus hallazgos sugieren que el período en el que surgieron s fue uno de cambio de paisajes y clima, en el cual la disponibilidad de recursos habría sido poco confiable.

Juan Scaliter