Las bacterias que se encuentran en la tierra pueden albergar una nueva receta para el diseño de fármacos de acuerdo con un estudio publicado en Nature Communications. Los resultados sugieren que sería posible desarrollar mejores medicamentos aprendiendo de las moléculas derivadas de las bacterias llamadas ácidos tiocarboxílicos.
El equipo, liderado por Ben Shen analizó los «productos naturales» hechos por organismos como las bacterias que habitan en el suelo.

Los ácidos tiocarboxílicos llamaron la atención de Shen debido a su rareza en la naturaleza y la similitud con las moléculas hechas en laboratorio llamadas ácidos carboxílicos. Los ácidos carboxílicos son buenas “misiles farmacológicos” porque pueden concentrarse en los objetivos biológicos, convirtiéndolos en un ingrediente clave en muchos antibióticos, medicamentos para enfermedades cardíacas y más.

El equipo de Shen analizó dos productos naturales, la platensimicina y la platencina, que se han investigado ampliamente como posibles antibióticos. Para su sorpresa, la platensimicina y la platencina, que se conocen desde hace más de una década como ácidos carboxílicos, en realidad son producidas por bacterias como ácidos tiocarboxílicos.

Los investigadores revelaron, por primera vez los genes exactos y las enzimas que las bacterias usan para crear ácidos tiocarboxílicos.
A partir de ahí, los científicos se propusieron probar si los ácidos tiocarboxílicos hechos en la naturaleza también podrían actuar como los mencionados misiles y los que descubrieron fue que la platensimicina y la platenina parecían unirse a sus objetivos biológicos incluso mejor que sus contrapartes de ácido carboxílico.

Lo curioso del caso es que hasta ahora los ácidos tiocarboxílicos parecen haberse escondido a plena vista. Se pensó que las moléculas eran raras y no se han apreciado hasta la fecha como una familia de productos naturales. Gracias a los hallazgos actuales, los investigadores ahora saben cómo estos productos se hacen en la naturaleza. Tras buscar bases de datos de genomas bacterianos, los investigadores descubrieron que muchas especies de bacterias en todo el mundo tienen los genes para producir ácidos tiocarboxílicos.

Juan Scaliter