En 1991, un grupo de turistas alemanes descubrió en los Alpes orientales italianos, un cuerpo humano que se convirtió en la momia de hielo conservada naturalmente más antigua: su nombre es Otzi. Ahora, un equipo de científicos, liderado por Frank Maixner y Albert Zink, ha publicado un estudio en Current Biology, en el que describen claves de los hábitos alimenticios de nuestros antepasados. Entre otras cosas, sus hallazgos muestran que la última comida de Otzi estaba formada en gran parte por grasa.
Los resultados ofrecen importantes conocimientos sobre los hábitos nutricionales de los europeos más de 5.000 años atrás. Los resultados también ofrecen pistas sobre cómo nuestros antepasados preparaban sus alimentos.
“Gracias a la combinación de diferentes técnicas – explica Maixner en un comunicado –, reconstruimos la última comida de Otzi, mostrando que estaba constituida por una proporción notablemente alta de grasa, complementada con carne de íbice y ciervo, cereales de espiga y con rastros de helechos tóxicos (helecho Pteridium).El material del estómago estaba, en comparación con las muestras del intestino delgado analizadas anteriormente, extraordinariamente bien conservado, y también contenía grandes cantidades de biomoléculas únicas como los lípidos, lo que abre nuevas oportunidades metodológicas para abordar nuestras preguntas sobre la dieta de Otzi”.
El análisis identificó al íbice como la fuente de tejido adiposo más probable. De hecho, aproximadamente la mitad del contenido estomacal estaba compuesto de grasa. Si bien una dieta alta en grasas fue algo inesperado, los autores señalan que «tiene mucho sentido» dado el ambiente alpino extremo en el que vivía Otzi.
“La altura y el frío resultan particularmente desafiantes para la fisiología humana y requieren un suministro de nutrientes óptimo para evitar la rápida inanición y la pérdida de energía – añade Zink –.Otzi parecía haber sido plenamente consciente de que la grasa representa una excelente fuente de energía”.
El análisis indicó que probablemente ingirióla carne fresca o seca. Si bien la presencia de partículas de helechos tóxicos es más difícil de explicar, los autores señalan que es posible que Otzi sufriera problemas intestinales relacionados con parásitos (hallados anteriormente en su intestino) e ingirió los helechos como posible medicamento. Por otro lado, también puede haber usado las hojas de helecho para envolver los alimentos y que las esporas tóxicas fueran ingeridas involuntariamente.
Juan Scaliter