Parece obvio y aún así, “hacer” un fósil requiere mucho tiempo. Los huesos de dinosaurios fosilizados que se ven en los museos pasaron decenas de millones de años enterrados bajo tierra, transformados por el calor, la presión y las reacciones químicas. Pero ahora un grupo de científicos, liderados por Evan Saitta, han descubierto una nueva forma de simular los procesos clave de fosilización en un laboratorio y en apenas veinticuatro horas. Eso significa que los expertos podrán tener una mejor idea de cómo funciona la fosilización y qué tipos de materiales, desde plumas y piel hasta moléculas diminutas como proteínas, pueden convertirse en fósiles y cuáles no.
Hasta ahora, los científicos a menudo aprendían sobre el proceso de fosilización examinando fósiles naturales y analizándolos químicamente. Saitta y su equipo, sin embargo, trabajaron de modo inverso: encontraron una forma de mejorar las simulaciones del proceso de fosilización con especímenes de animales y plantas de hoy en día, y luego estudiaron los materiales que sobrevivieron al calor y la presión imitando a los fósiles reales.
«Los paleontólogos – explica Saitta – estudiamos los fósiles, los interpretamos para aprender sobre la evolución y la biología de los animales extintos. Pero el registro fósil arroja datos que pueden ser difíciles de interpretar. Para que podamos responder a nuevas preguntas, debemos comprender cómo se forman los fósiles. El enfoque que usamos para simular la fosilización nos ahorra tener que ejecutar un experimento de setenta millones de años”.
Parece obvio y aún así, “hacer” un fósil requiere mucho tiempo. Los huesos de dinosaurios fosilizados que se ven en los museos pasaron decenas de millones de años enterrados bajo tierra, transformados por el calor, la presión y las reacciones químicas. Pero ahora un grupo de científicos, liderados por Evan Saitta http://www.bristol.ac.uk/earthsciences/people/evan-t-saitta/index.html, han descubierto una nueva forma de simular los procesos clave de fosilización en un laboratorio y en apenas veinticuatro horas. Eso significa que los expertos podrán tener una mejor idea de cómo funciona la fosilización y qué tipos de materiales, desde plumas y piel hasta moléculas diminutas como proteínas, pueden convertirse en fósiles y cuáles no.
Hasta ahora, los científicos a menudo aprendían sobre el proceso de fosilización examinando fósiles naturales y analizándolos químicamente. Saitta y su equipo, sin embargo, trabajaron de modo inverso: encontraron una forma de mejorar las simulaciones del proceso de fosilización con especímenes de animales y plantas de hoy en día, y luego estudiaron los materiales que sobrevivieron al calor y la presión imitando a los fósiles reales.
«Los paleontólogos – explica Saitta – estudiamos los fósiles, los interpretamos para aprender sobre la evolución y la biología de los animales extintos. Pero el registro fósil arroja datos que pueden ser difíciles de interpretar. Para que podamos responder a nuevas preguntas, debemos comprender cómo se forman los fósiles. El enfoque que usamos para simular la fosilización nos ahorra tener que ejecutar un experimento de setenta millones de años”.
Saitta y su equipo utilizaron muestras como plumas, huesos de reptiles y hojas y usaron una prensa hidráulica para adherirlas a arcilla. Luego las calentaron en un tubo de metal sellado dentro de un horno de laboratorio a más de 200ºC y a una presión de unos 250 kilos por centímetro cuadrado. Después de aproximadamente un día, sacaron las tablas de arcilla y los especímenes resultantes tenían características similares a las de los fósiles reales.
«Nuestro método experimental es como una chuleta de las que llevábamos al colegio – concluye Saitta – .Si usamos esto para descubrir qué tipos de biomoléculas pueden soportar la presión y el calor de la fosilización, entonces sabemos qué buscar en los fósiles reales”.
Saitta y su equipo utilizaron muestras como plumas, huesos de reptiles y hojas y usaron una prensa hidráulica para adherirlas a arcilla. Luego las calentaron en un tubo de metal sellado dentro de un horno de laboratorio a más de 200ºC y a una presión de unos 250 kilos por centímetro cuadrado. Después de aproximadamente un día, sacaron las tablas de arcilla y los especímenes resultantes tenían características similares a las de los fósiles reales. Los resultados se han publicado en Paleontology.
«Nuestro método experimental es como una chuleta de las que llevábamos al colegio – concluye Saitta – .Si usamos esto para descubrir qué tipos de biomoléculas pueden soportar la presión y el calor de la fosilización, entonces sabemos qué buscar en los fósiles reales”.
Juan Scaliter
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