La invasión de Ucrania por parte de Rusia por el momento no interfiere con el trabajo de los investigadores a bordo de la Estación Espacial Internacional, pero esto podría cambiar

La Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) es una asociación internacional de cinco agencias espaciales de 15 países, entre ellos Canadá, varios países de Europa, Japón, Rusia y Estados Unidos. Se puso en marcha en 1998 y módulo a módulo, se ha terminado convirtiendo en un complejo del tamaño de un campo de fútbol, con casi 13 km de cableado eléctrico, una hectárea de paneles solares y tres laboratorios de alta tecnología.

La base del funcionamiento de la estación espacial funcione es la cooperación. Algo que los astronautas han hecho hasta ahora de modo ejemplar, pero que puede resquebrajarse por el conflicto internacional en Ucrania. La estación está habitada desde 2000, y en la actualidad hay se encuentran a bordo los astronautas de la NASA Kayla Barron, Raja Chari Thomas Marshburn y Mark Vande Hei, el astronauta de la Agencia Espacial Europea Matthias Maurer, y los cosmonautas rusos Anton Shkaplerov y Pyotr Dubrov.

En los últimos meses ya se habían producido tensiones en el espacio con los rusos. En Noviembre de 2021 una prueba de armamento rusa destruyó un satélite liberando más de 1.500 trozos de basura espacial que amenazaron la seguridad de los siete astronautas a bordo de la estación.

Sin embargo, en su primer discurso desde la invasión, el Presidente de EE UU Joseph Biden dijo que las nuevas sanciones impuestas a Rusia tendrán entre sus objetivos la industria aeroespacial, incluido su programa espacial. La respuesta rusa no se hizo esperar.

Dmitry Rogozin, director de Roscosmos, corporación estatal rusa responsable de las misiones al espacio, ya había manifestado justo antes de la invasión que, aunque valoraba la colaboración con NASA, como ciudadano de Rusia estaba «completamente descontento con la política estadounidense». Respondiendo a las declaraciones de Biden, Rogozin ha publicado en Twitter de modo fatalista que «si bloquean la cooperación con nosotros, ¿quién salvará a la Estación Espacial Internacional de una órbita incontrolada y de su caída en Estados Unidos o Europa?».

Rogozin se refiere a que, en la Estación Espacial, los sistemas y motores que mantienen su órbita y su posición son rusos. Al igual que personas de diferentes países trabajan juntas en la estación, las piezas que la componen también tienen distintos orígenes, y son los especialistas de cada país los que saben cómo funciona. Los científicos no  son autosuficientes y dependen unos de otros para todo, desde la energía hasta las comunicaciones.

Aunque la amenaza de que la estación espacial caiga sobre Europa es probablemente exagerada, el trabajo a bordo podría verse resentido por el conflicto. NASA ha declarado que seguirá trabajando con Roscosmos para el mantenimiento de la misión, y que las sanciones a Rusia no interferirán con la misión civil de los astronautas rusos en ella.

En declaraciones a la agencia AP, Scott Pace, director del Instituto de Política Espacial de la Universidad George Washington, declaró «es posible imaginar una ruptura con Rusia que ponga en peligro la estación espacial, pero eso sería al nivel de una ruptura de las relaciones diplomáticas», algo que solo se produciría en el caso de un conflicto armado entre los dos países.