Antonio Pérez-Verde, autor del blog Astrométrico, presenta en su nuevo libro «Por qué mirábamos las estrellas» un viaje a lo largo de la exploración del cielo nocturno

Las estrellas siempre han estado ahí, pero en algún momento nuestros antepasados empezaron a hacerse preguntas sobre esas luces en el cielo, y a buscar respuestas. A lo largo de miles de años construyeron ciudades, grandes monumentos de piedra y máquinas para seguir las estrellas.

Este es el viaje que Antonio Pérez-Verde nos propone en su nuevo libro “Por qué mirábamos las estrellas”, editado por Cálamo. Antonio es un ingeniero apasionado de la astronomía, miembro de la Sociedad Española de Astronomía y vicepresidente de la Agrupación Astronómica de Cuenca, que escribe en su blog Astrométrico y colabora frecuentemente con Quo.

Quo: ¿En qué momento los seres humanos deciden “hay unas luces en el cielo, así que voy a construir grandes monumentos de piedra alineados con esas luces”? ¿Cuál es la el impulso para hacer esto?

Antonio Pérez-Verde: Ocurre cuando los humanos se vuelven sedentarios y pueden observar el cielo desde un mismo lugar. Se dan cuenta de que el sol va saliendo por diferentes lugares en el horizonte, llega a un punto límite, vuelve a retroceder y así en un ciclo. Esto es algo que podían utilizar a su favor, por ejemplo, para cultivar, para predecir cuándo iba a llegar el frío, cuando iba a llegar el calor, cuando iban a llegar las manadas de animales emigrantes para poder cazarlos.

Quo: El primer capítulo está dedicado a las grandes estructuras, estamos hablando incluso de ciudades enteras orientadas a las estrellas

Antonio Pérez-Verde: Empiezo por las cuevas de Lascaux en Francia donde hay unas pinturas rupestres de toros donde aparecen lo que podrían ser las Pléyades, las Híades y Aldebarán dispuestos tal y como aparecen en la constelación de Tauro. También hablo de los túmulos de Brú na Bóinne en Irlanda y la ciudad de Tiahuanaco en Bolivia, construida en un eje equinoccial.

Quo: El siguiente capítulo es «Un paseo entre crómlech», ¿pero qué es un crómlech?

APV: Un crómlech es una construcción hecha por el hombre que consiste en un círculo de piedras realizado en el período del Megalitismo, y que puede estar orientada en base a algunos objetos celestes. El mejor ejemplo es Stonehenge, en el Reino Unido, porque se construye en varias fases. En la primera fase se dedican a detectar por dónde sale el sol en el solsticio de verano, es decir, cuándo está más hacia el norte, y siguiendo ese eje, hacia la puesta de sol en el solsticio de invierno, formando un eje solsticial.

A partir de ese eje comienzan a colocar una serie de una serie de piedras para poder saber en qué época del año se encuentran. El concepto de año todavía no existía, pero se podía usar para predecir el periodo de lluvia, de frío, cuando van a poder cazar, o cuándo van a poder recolectar. Es un calendario anual.

Antonio Pérez-Verde

Antonio Pérez-Verde en el crómlech de Totanés

Quo: Entonces el origen de estos círculos de piedra no es místico, sino muy utilitario, era algo que nos ayudaba a sobrevivir, ¿no?

APV: Eso es lo bueno, se dan cuenta de que algo que está en el cielo les ayuda en su vida. Ven las estrellas como como una deidad, como algo a lo que adorar, porque determina sus ciclos. De hecho, ahí comienzan las primeras celebraciones, las primeras ofrendas, las primeras festividades. Los orígenes paganos de la religión tienen su origen en este tipo de festejos en los equinoccios y en los solsticios.

Quo: Una forma de comprender la naturaleza

APV: En este caso, como estaba en el cielo, nuestros antepasados lo veían más como un recurso. Al fin y al cabo un árbol lo puedes comprender, puedes comprender que tenga una floración que dé sus frutos. El cielo era algo que se le escapaba, pero aún así tenía su interpretación, y podían sacarle partido. En estos lugares, como el crómlech de Los Almendros en Évora, en Portugal, o el complejo de Totanés, un pueblo de la provincia de Toledo en España, se han encontrado restos de ofrendas, que podían ser un reclamo para que estos ciclos naturales vuelvan a repetirse y vuelvan a traer las lluvias o los animales para que puedan cazarlos.

Quo: El crómlech es como un astrolabio de piedra, pero los primeros instrumentos aparecen mucho más tarde, en el siguiente capítulo del libro.

APV: En ese capítulo hablo del disco celeste de Nebra, un disco de bronce unos 30 centímetros de diámetro que se encontró en la actual Alemania, que data del 1600 a.e.c., donde se representan dos dibujos, con una luna llena y una luna en fase, determinados grupos de estrellas y una pequeña agrupación de siete estrellas, seis en círculo y uno en el centro, que se podrían corresponder con las Pléyades.

Este disco servía para calcular la diferencia entre el año solar y el año lunar, que tienen una diferencia de diez días. Entonces, cuando veían esa luna en fase creciente, con las Pléyades al lado, aunque no supieran por qué, era cuando el año solar y el año lunar volvían a sincronizarse. Se cree que llegó a Alemania desde Mesopotamia, donde tenían este conocimiento del cielo.

Quo: El mecanismo de Anticitera es más famoso, pero por desgracia no se conserva.

APV: Se ha ido encontrando a cachos, está destrozado. Se conservan grandes fragmentos, otros pequeños fragmentos, y se han hecho múltiples interpretaciones de cómo pudo ser en el siglo II a.e.c. En un artículo reciente hacen una simulación del mecanismo de Anticitera basándose en estas piezas y los periodos sinódicos de los planetas, es decir, cuándo tardan en volver a estar situados en el mismo punto del cielo. El mecanismo tenía una serie de engranajes para poder simular este ciclo. Es como el Google Sky de los griegos clásicos.

Quo: En el cielo hay regularidad y también excepciones, este es el último capítulo del libro, los eventos transitorios.

APV: Así es, los eventos transitorios son eclipses, supernovas y cometas. Aquí ya no hablo de monumentos o instrumentos, sino de las diferentes interpretaciones que se hicieron de estos fenómenos.

Quo: En tu opinión, ¿qué evento celeste marcó más nuestra historia?

APV: Hay uno muy famoso que es la supernova de julio del año 1054. Explotó en la constelación de Tauro. Ahora mismo esos restos se pueden ver con un telescopio y corresponden al primer objeto del catálogo de Messier, M1. En la Península Ibérica, dos hermanos estaban enfrentados: García Sanchez III y Fernando. Sus astrólogos, al ver la supernova, lo tomaron respectivamente como una señal, como un augurio de una victoria total contra su hermano. Lógicamente, uno falló y otro no.

Curiosamente, el escudo de la ciudad de Teruel se divide en cuatro cuadrantes y uno tiene un toro con una estrella. Se cree que la ciudad se pudo fundar a raíz de la aparición de esa nueva estrella en la constelación del Tauro, y que la palabra Teruel es una contracción de Toro y Actuel, que es el nombre que le dieron a una estrella, aunque no se sabe seguro si fue la misma supernova.

Quo: La astrología se considera a veces como el origen de la astronomía, pero en realidad parece que el camino fue al revés.

APV: Lo primero que se hizo históricamente fue comprender el movimiento de los planetas y del Sol y de la Luna desde un punto de vista geocéntrico. Una que lo comprendieron, empezaron a asociar esos movimientos celestes con el destino de las personas, y ahí empezó la astrología tal y como la conocemos ahora. En el principio fue la astronomía.

Por qué mirábamos las estrellas”, de Antonio Pérez-Verde, editado por Cálamo Editorial.