Hija de Carlos I el Cojo y esposa de Jaume II, murió en 1310 tras alumbrar a su décimo hijo como consecuencia de diversas complicaciones en el parto y posparto. Tenía entre 25 y 30 años. Medía 1,50 metros. Como era consciente de sus limitaciones físicas, ya decidió en vida hacer testamento.
En la cara de la reina se encontraron restos de ácido carmínico, que se habría utilizado como maquillaje. El detalle ayudó a la reconstrucción facial.
Gracias al uso de la tecnología actual se ha podido recrear su rostro. Era una mujer de rasgos atractivos.
Ubicada en el monasterio de Santes Creus, Tarragona, cuando los investigadores decidieron abrirla encontraron un amasijo de huesos muy pequeños.
Los restos permitieron reconstruir un cuerpo delgado, aunque faltan partes de los brazos, del tórax y del cráneo.
Se encontró un pequeño fragmento de seda en la barbilla, identificado como un velo que debía cubrir el rostro en el entierro.
En su pierna derecha hay marcas de heridas intencionadas en la rodilla y el tobillo, para contrarrestar los efectos del rígor mortis.
Han descubierto que Blanca tenía un juanete en el pie derecho, quizá provocado por el uso de calzado inadecuado.
Es un colgante de coral. Blanca lo llevaba para sentirse protegida en el parto.