Y saltó. Se lanzó al vacío dentro de su traje presurizado realizado con mimo por los mejores expertos e ingenieros. Lo hizo tras días de expectación en las redes sociales y unas últimas horas en las que los espectadores cambiaban de canal buscando la cápsula de Red Bull Stratos en su TV y los internautas preguntaban a quién quisiera leerles por la dirección del streaming. Finalmente y según lo previsto, Felix Baumgartner ascendió rumbo mucho más allá de donde se pierden los globos, alcanzando los 39.068 metros de altura frente a los 36.600 previstos inicialmente en la misión.

Durante su caída, alcanzó los 1.342 km/h sin ayuda mecánica, convirtiéndole en el primer ser humano que rompía la barrera del sonido.

Lo consiguió bajo la cálida mirada de su maestro, el capitán Joseph Kittinger, quién desde 1960 ostentaba el récord en 31.333 metros. Excepto en un momento de tensión en su caída libre que detallaremos después y en la que el austriaco se hizo con la situación y evitó ‘caer en barrena’, todo fue sobre ruedas. Su ascenso comenzó a las 17.25 hora española desde Roswell (Nuevo México). Tras 2 horas, 35 minutos y 50 segundos, saltó al vacío a 39 km de altura, justo cuando el reloj peninsular marcaba las 20:07 minutos. Durante su caída, alcanzó los 1.342 km/h sin ayuda mecánica, convirtiéndole en el primer ser humano que rompía la barrera del sonido.

“Nuestro objetivo es llevarlo tan alto como sea posible”, explicaba el veterano Joe Kittinger hace unos días. Y, sin duda, han cumplido sus metas.

Caer con estilo

Abrió el paracaídas a 6 km de pisar tierra firme y cayó de pie, arrodillándose después en un impulsó de emoción mientras agitaba los brazos en señal de victoria. Solo un segundo sufrimos por él, el resto, pasamos de tener el corazón en un puño en el ascenso, al estómago en la boca en la bajada. Pero disfrutando y con el optimismo a niveles máximos, al igual que lo estaba haciendo Felix.

El seguimiento fue masivo. En Twitter, y con el hashtag #livejump y #stratos miles de personas (unas 12.000) nos acompañaron en nuestra retransmisión web y los comentarios en la red de microblogging de @quorevista. Todas ellas expectantes y con ganas de saber más sobre el salto del austriaco. Fueron horas de serena tensión en la que compartimos nervios, risas, crítica y alguna que otra duda mientras Felix, como una buena melodía y consciente de que estaba haciendo historia, realizaba sus difíciles maniobras de fondo.

Algunas de vuestras dudas, por la naturaleza del directo, se quedaron sin resolver, por ello hoy hemos contado con el divulgador, ingeniero y astrónomo Antonio Pérez Verde, que nos ayudará a entender algunos de los detalles que ayer se quedaron en el tintero. Pero empecemos por las preguntas más básicas:

¿Dijo Felix Baumgartner alguna frase para el recuerdo antes de saltar?

. Momentos antes de lanzarse a romper la barrera del sonido, el austriaco se dirigió a su maestro, Joseph Kittinger, y lo último que le dijo fue: A veces tienes que subir muy, muy alto para darte cuenta de lo pequeño que eres.

¿Dónde va a caer la cápsula que dejó Felix ‘aparcada’ en la estratosfera?

La mayoría de expertos creen que caerá en Nuevo México, pero el lugar concreto no es exacto. Como explica para QUO Pérez Verde: «depende de las condiciones meteorológicas instantáneas que haya en las capas altas de la atmósfera en lo que a vientos se refiere y de cuánto se haya desplazado horizontalmente en su ascenso».

¿En qué estado terminará la cápsula tras su ‘aterrizaje forzoso’?

«Depende de los materiales», nos explica el ingeniero y astrónomo albaceteño. «Sufrirá un calentamiento cuando entre en la tropopausa debido a la fricción, pero distará mucho de parecer un meteoro». Aunque ese no es el peor de los males que podría ocurrirle a la pobre cápsula: «el mayor mal lo sufriría si no funcionara el paracaídas para disminuir el impacto contra la superficie. Sin él, se estamparía en tierra firme a unos 200 Km/h». 

«A veces tienes que subir muy, muy alto para darte cuenta de lo pequeño que eres». Palabras de Baumgartner antes de saltar.

Por otro lado, la cápsula en su descenso se verá sometida a condiciones marcianas de presión y temperatura, pasando a condiciones terrestres en unos minutos. «Lo más afectado durante el descenso sea todo el habitáculo interior» puntualiza Pérez Verde.

La cápsula lleva GPS para localizarla y un sistema de rajado para que se desinfle y caiga de la forma más vertical posible. Se la ha dotado también con un paracaídas para evitar en lo posible la dureza del impacto, ya que en su interior lleva almacenados datos que al equipo técnico le interesa recuperar. 

¿Cuáles son los récords que finalmente ha superado?

Baumgartner intentaba batir cuatro récords: el vuelo en globo tripulado más alto -36 km-, el salto desde la mayor altitud, la primera persona en romper la barrera del sonido en caída libre y la caída libre de mayor duración. De ellos, consiguió tres. Se le escapó la caída libre de mayor duración que completó con 4 minutos y 19 segundos frente a la marca de 1960 de Kittinger, registrada en 4 minutos y 39 segundos.

 Muchos espectadores que seguían el salto aludieron que esto podía ser un guiño hacia su maestro. Es probable, aunque también puede deberse a que al saltar de mayor altitud necesitó abrir antes el paracaídas para la frenada.

¿Rompió Baumgartner la barrera del sonido?

. Como bien nos explica Pérez Verde: «el objetivo era superar la barrera del sonido a nivel del mar, y esa velocidad sí que se ha visto superada.» La velocidad del sonido viene dada por: 

«Donde gamma es el coeficiente de dilatación adiabatica, T es la temperatura en Kelvin, M es la masa molar del gas y R es la constante universal de gases. Con esto, a nivel del mar y 20ºC la velocidad es: 1.234 km/h y la velocidad alcanzada fue de 1.342 Km/h«.

¿Qué le ocurrió a Felix en ese momento que daba vueltas sin parar? ¿Lo pasó mal?

Un poco mal sí lo pasó, aunque solo fuera unos segundos. Fue en el momento que comenzó a girar descontroladamente, lo que en el argot técnico se conoce como «entrar en barrena«. Antes de saltar, él mismo dijo que durante unos segundos no tendría el control de su cuerpo. Y así fue. Para que os hagáis una idea Pérez Verde nos pone un ejemplo: «debe ser algo similar a cuando asciendes demasiado rápido haciendo submarinismo, pero menos perjudicial. Hasta que el cuerpo no se acostumbra a esas condiciones de velocidad, no volvería a reaccionar».

Si el austriaco no hubiera conseguido controlar la situación, se hubieran activado desde el control de Stratos los dispositivos de emergencia. Si esto también fallase en último recurso, los giros descontrolados le podrían haber causado un desmayo o, en un caso más grave, un derrame cerebral.

En ese momento pudo haber abortado la misión, pero a pesar de esos tensos segundos, siguió firme en su objetivo.

Varias son las «hazañas científicas» en esta aventura

Aunque otros temas parezcan ensombrecer la magnífica misión que elaboró el equipo técnico de Red Bull Stratos, lo cierto es que se consiguieron ciertos logros que sí pueden considerarse, claramente, «hazañas científicas». La primera de ellas, evitar convertir a Felix en un cocido caldoso al pasar la línea de Armstrong a 19 km de altura, lugar donde los fluidos corporales, de no ser por el traje, hubieran comenzado a hervir.

«Durante unos segundos, Felix Baumgartner ha estado en condiciones marcianas de presión y temperatura». Antonio Pérez Verde, astrónomo e ingeniero

Por citar algunos y los más importantes, empezaremos precisamente por el traje. «Detrás del marketing, está el desarrollo de una equipación de la que apenas se ha hablado» afirma Pérez Verde. La vestimenta que llevaba Felix para el salto, es sin duda el fruto de un amplio desarrollo de tecnología de materiales. «Al saltar, durante unos segundos, el traje ha soportado temperaturas del orden de -70ºC y 10 hPa» que para que os hagáis una idea, son las temperaturas mínimas de Marte a su presión atmosférica.

«La radiación UV sería menor que en Marte porque Felix estaba por debajo de la capa de ozono» valora Pérez Verde, «pero durante unos segundos ha estado en condiciones marcianas de presión y temperatura«. Esto da lugar a que se avance en estas direcciones para fabricar un traje para una misión tripulada a Marte, entre otras cosas.

Preguntado Felix Baumgartner por las razones de su aventura, este aseguraba que su interés era científico: «demostrar que, en caso de emergencia, un astronauta podría sobrevivir a un salto desde la estratosfera”. Para Antonio Pérez Verde, «esto es mucho decir». Nos explica que «materiales más duros que un traje de astronauta se desintegran en la reentrada atmosférica». Aunque hay una solución: «si lo metemos en una cápsula reforzada con cerámica a prueba de reentradas y una vez en la atmósfera el astronauta se lanzara en paracaídas, en ese supuesto sí».

Otra de las hazañas destacables ha sido, sin duda, construir un globo que aguante más de 36 km de ascenso. Esto no es nada fácil, todo lo contrario, es muy complicado. «Al disminuir la presión hasta órdenes de 10 hPa, el helio se expande de tal forma que un globo sonda se expandiría tanto que se haría pedazos». Si a eso unimos la carga de la cápsula, la cosa se complica. Por ello el material del globo también ha tenido que desarrollarse de forma muy meticulosa, y no precisamente por los encargados de marketing de Red Bull, sino por científicos, ingenieros y expertos asignados a la misión Stratos.

Marketing vs hazañas científicas ¿Por qué?

Ayer me llamaba la atención una parte de la opinión que leía tras el salto de Felix. Algunos de los espectadores, habituales comentaristas y algún que otro gurú que pasaba por allí, tras el salto, alegaban y argumentaban que todo era marketing y poco más (como si un tío no acabará de tirarse a tres veces la altura de un vuelo comercial) ensombreciendo la hazaña del austriaco a consecuencia de sus opiniones sobre el partner.

Si bien es cierto que quizás haya primado la imagen corporativa de Red Bull frente a los datos reales y objetivos del experimento, «ojalá hubiera más empresas privadas que inviertan en I+D como Red Bull» reconoce Pérez Verde. Interesarnos por el fondo científico del asunto se hubiera solventado con un poco de trabajo periodístico, ya que consiste en, poco más, que dar un telefonazo, dos, tres o los que hagan falta, e informarse tras recibir la escueta nota de prensa oficial. El debate chirriaba, y ensombrecía los tres récords recién obtenidos por Felix Baumgartner.

«Ojalá hubiera más empresas privadas que inviertan en I+D como Red Bull». A. Pérez Verde

La inyección de dinero privado a servicio del I+D ¿realmente es un problema? o… ¿es necesario?. Nos lamentamos con cierta frecuencia del poco interés que ponen las empresas en sus inversiones para la Investigación y el Desarrollo. Red Bull ha optado por patrocinar un salto estratosférico por obvias razones de marca, como bien podrían hacer otras empresas privadas cuya sostenibilidad y avance futuro dependa de un buen y eficaz desarrollo de investigación en el ámbito científico y/o tecnológico.

Esto no implica que los gobiernos, a consecuencia del capital privado, vayan a retirar sus subvenciones y ayudas a la ciencia, I+D u otros estudios. Pero de siempre, nadar en la abundancia en presupuestos para la investigación, da mejores resultados que cuando los investigadores andan con escasos recursos y las probetas no tienen dónde caerse muertas.

De esto último en España sabemos, pero ¿sabemos que es nadar en la abundancia presupuestaria para el I+D? Va a ser que no. De ahí que nuestros mejores científicos estén atrapados en otros lugares lejanos, donde su trabajo sí es necesario, sin poder regresar a España por falta de vacantes. No somos de esa clase de países en el que las empresas privadas invierten en investigaciones con la mirada puesta en el futuro. Y mucho menos lo hace nuestro Gobierno. Pero, sinceramente, ojalá lo seamos algún día y no tengamos que esperar esas gratas subvenciones de las que todos hablan pero que nunca llegan. Por ahora, el único metal reluciente que ha visto el presupuesto científico en España ha sido el de unas afiladas y brillantes tijeras. 

Vuelve a vivir el salto (retransmisión de TDP vía YouTube):

 

1. A la caza de nuevos materiales

El salto de Felix Baumgartner permitirá, entre otras cosas, analizar nuevos materiales que soporten ese tipo de condiciones de presión y temperatura.

2. Humanos a toda velocidad

También facilitará el estudio del comportamiento humano a altas velocidades.

3. Rayos cósmicos a raya

Asímismo, el salto del austriaco posibilitará el estudio para la protección frente a rayos cósmicos en sujetos humanos.

4. Pesos pesados para un globo

También el avance en la puesta en altura de cargas pesadas a través de globos sonda.

5. Preparados para la gran frenada

Gracias a la valentía de Felix, se podrá analizar y estudiar materiales para fabricar paracaídas de gran frenada optimizando su tamaño.

6. ¡Viva la tecnología!

El salto, tan magistralmente controlado por Joseph Kittinger, permitirá avanzar en el conocimiento de tecnología que sea capaz de soportar condiciones adversas de presión y temperatura.

7. Nuestro organismo en caída libre

También permitirá estudiar procesos biológicos básicos como digestión y circulación en caída libre prolongada (recordar que los astronautas de la ISS viven en condiciones de caída libre constante).

8. Afán de superación

A pesar de lo obvio, es más que valioso este punto. El hombre se crea metas para superarlas y… ¿no es ese el mecanismo básico y constante de la ciencia?.

9. Presupuesto para I+D desde la empresa privada

Uno de los platos fuertes de esta misión es que, gracias a la inversión de una empresa privada, algo casi impensable en nuestro país, se ha podido llevar a cabo esta hazaña. ¿Marketing? Claro. ¿Dinero para I+D? También.

10. La foto

Sacar una buena fotografía de la curvatura terrestre en caída libre ¡anda que no!.