La introducción de las pruebas de ADN en los tribunales a mediados de la década de 1980 revolucionó la ciencia forense, y dio como resultado miles de condenas y la exculpación de 255 personas erróneamente sentenciadas hasta entonces solo en Estados Unidos. Las razones que había detrás de más de la mitad de esas condenas eran pruebas forenses inapropiadas o invalidadas, que incluían análisis de huellas, sangre o cabello incorrectos. 

Pero también, falta de objetividad de los forenses o contaminación de las pruebas originales por errores humanos, han dado lugar a condenas injustas a personas inocentes como veréis en esta fotogalería.

¿Cómo se sabe que el ADN es tuyo?

En primer lugar se toma una muestra en el lugar de los hechos y se compara con una del acusado. Después, se localizan secuencias de ADN ya conocidas (mezcla del material genético de padre y madre), que son específicas de cada persona.

Esas secuencias se repiten en lugares específicos de los cromosomas (loci) un determinado número de veces, más en unos individuos que en otros. Cuanta mayor sea la repetición, más alto es el pico de la gráfica en cada uno de los segmentos estudiado. Para confirmar que se trata de la misma persona, la gráfica del ADN de la muestra y la del acusado deben coincidir.

A veces, la muestra de ADN es parcial, y algún pico se “reconstruye” sin material genético real, tal y como la máquina de procesado de ADN entiende que debería ser. Aquí es cuando llegan los errores.

Las tijeras culpables

Rosario Porto y Alfonso Basterra (en la imagen), padres adoptivos de Asunta Basterra, son ahora los únicos acusados por el crimen de la niña de 13 años. Pero, anteriormente, hubo otro acusado por un terrible error en las pruebas de ADN.

Bajo el nombre de «el hombre del semén«, R.C.J., de nacionalidad colombiana y vecino de Arroyomolinos (Madrid), fue el primer acusado por el asesinato de la pequeña. Todo se debió a una transferencia de su semen, el cual se hallaba en los laboratorios por otro caso completamente distinto, a la camiseta que llevaba Asunta en el momento que fue asesinada. La contaminación de la muestra se debió a que se utilizó una tijera para cortar la prenda que no había sido previamente esterilizada. Anteriormente, los forenses la habían utilizado para cortar un preservativo del primer sospechoso en el que se analizó su semen.

A pesar de que la hipótesis de los abogados defensores de R.C.J. es bastante firme, las autoridades no han ratificado esta versión. Además de ser descartado como sospechoso por esa razón, una foto tomada en un restaurante de Madrid y una visita a El Corte Inglés para comprar su traje de boda consiguieron que el falso culpable saliera en libertad.

Un caso real en el que todos son culpables

Sarah Beazley se despertó con resaca y con la ropa en desorden. Había asistido a una fi esta la noche anterior, y admitió haberse colocado con drogas y alcohol. Aunque no podía recordar los detalles, sospechaba que podrían haberla asaltado sexualmente. Cuando acudió a la policía, hallaron trazas de saliva en sus pechos. Había cuatro posibles sospechosos, a quienes vamos a dar los seudónimos de Tom, Dick, Harry y Sally. A cada uno se le extrajo una muestra de ADN con una torunda, y se registró el número de repeticiones que tenían en cada locus (posición fi ja sobre un cromosoma). Se facilitó la información “dirigida” a unos 1.000 analistas en varios encuentros forenses.

En el caso de Tom, a los analistas solo se les daba la muestra de saliva de Tom y se les decía que era el sospechoso, aunque su perfi l no cuadrara con todos los picos de la muestra (locus 1 y 3). Algunos analistas decían que los picos que no cuadraban eran fl uctuaciones por un fallo de la máquina de aná- lisis. Conclusión: podía ser la saliva de Tom.

Sin embargo, cuando a un segundo grupo de analistas se les proporcionó solamente el perfi l de Dick y se les dijo que era el sospechoso, lo que el primer grupo había considerado como “fallos” se convirtieron en verdaderos picos. De modo que Dick también podía cuadrar como autor de la agresión sexual.

Se llevó el caso a un tercer grupo, y esta vez solo presentó a Harry como sospechoso. Harry no cuadraba con el locus 1, pero los analistas dijeron que se podía haber perdido información de la muestra de saliva. Y algunas de las repeticiones del locus 3 podían estar ocultas por la máquina o por otra muestra de ADN en la saliva.

Se ofreció a Sally como sospechosa frente a un cuarto grupo de analistas. Incluso aunque uno de sus alelos tanto en el locus 2 como en el locus 3 no coincidía. Los analistas insistieron en que ella no podía ser excluida, en parte porque la muestra de prueba analizada podría ser una mezcla de ADN de más de una persona.

Una posibilidad entre tres millones

En 1994, Jane Doe, una niña de nueve años, fue violada en su caravana. Fueron detenidos como sospechosos Troy Brown y su hermano Travis, amigos de la menor. La niña no pudo reconocer a los agresores, y en su declaración había afi rmaciones que no concordaban con los sospechosos. Sin embargo, algunos vecinos declararon haber visto a Troy Brown esa noche con la ropa descrita por Jane. Pero la principal prueba de cargo consistió en los restos de semen que se extrajeron de la ropa interior de la víctima. El perito concluyó que los restos de ADN coincidían con los de Troy Brown y que el margen de error era de uno entre tres millones.

Tras un prolongado trasiego judicial, se llevó a cabo un nuevo análisis de ADN en el que se reducía el margen de error a uno entre diez mil. De una probabilidad entre tres millones de personas de que se tratara de él a una entre diez mil hay una diferencia que los tribunales no pueden dejar pasar y que desbarata la acusación.

Cuando es el FBI el que falsea las pruebas de ADN

El pasado mes de abril una noticia nos dejaba pasmados. El Departamento de Justicia y el FBI admitieron que una gran parte de expertos de una unidad de élite del FBI exageraron los resultados de las pruebas de ADN que presentaron en la mayoría de los juicios en los que ofrecieron testimonio contra supuestos criminales.

Esta acción provocó que durante tres décadas varias personas fuesen falsamente acusadas, lo que afectó a un total de 32 sentencias a la pena capital. Cuando se descubrió el pastel, 14 de ellas ya habían sido ejecutadas.

Ésta no es tu hija. Ah! perdón, que sí lo es

En 2011, un error de análisis de ADN entre una madre y una hija de Valencia alarmó a los´niños robados’. Todo se debió a un error de comunicación del laboratorio Genómica, el cual realizó los análisis de ADN en el caso de los niños robados. En dos ocasiones, negó el vínculo entre una madre y una hija de Valencia, quienes durante más de dos meses sufrieron esta situación.

Finalmente, el laboratorio rectificó y confirmo que sí eran madre e hija.