Descubrir la dónde se encuentra el deseo sexual masculino en el cerebro no solo tiene el potencial de cambiar las neurociencias, también la psicología, la conducta, la jurisprudencia, la química y la genética entre disciplinas. Y eso es precisamente lo que ha conseguido un equipo de científicos de la Universidad Northwestern, liderado por Serdar Bulun. De acuerdo con sus hallazgos, publicados en Endocrinology , la sede del deseo en los hombres se encuentra en regiones específicas del tejido cerebral  en las que está presente un gen clave llamado aromatasa.

La aromatasa convierte la testosterona en estrógeno en el cerebro, lo que impulsa la actividad sexual masculina y, por lo tanto, puede ser condicionado mediante fármacos para aumentar su función, en casos de una libido baja, o disminuirlo en casos de deseo sexual compulsivo.

“Este es el primer hallazgo clave para explicar cómo la testosterona estimula el deseo sexual – explica Bulun –  . Por primera vez, demostramos de manera concluyente que la conversión de testosterona en estrógeno en el cerebro es fundamental para mantener la actividad sexual completa o el deseo en los hombres”.

Cuando el equipo de Bulun eliminó la aromatasa en el cerebro de ratones macho, su actividad sexual disminuyó en un 50%, a pesar de tener niveles más altos de testosterona en sangre.

“Este cambio hizo que los ratones machos perdieran parcialmente el interés en el sexo – añade el coautor del estudio Hong Zhao – . La testosterona debe convertirse en estrógeno para impulsar el deseo sexual en los hombres y la aromatasa es la enzima clave para la producción de estrógeno”.

El bajo deseo sexual, clínicamente conocido como trastorno del deseo sexual hipoactivo, es una afección común y puede ser un efecto secundario de medicamentos de uso generalizado, como algunos antidepresivos. Un tratamiento para estimular la aromatasa en este trastorno podría aumentar el deseo sexual. Al mismo tiempo, el deseo sexual compulsivo es otra condición que puede ser tratada por un inhibidor de la aromatasa.

Gracias a este hallazgo es posible desarrollar nuevos fármacos selectivos que suprimen solo la región promotora del cerebro del gen de la aromatasa. Estos nuevos medicamentos selectivos no causarían los efectos secundarios de los inhibidores de la aromatasa actualmente existentes.