El estudio publicado en Nature se llama Fosfano en las nubes de Venus, un nombre poco seductor, pero con el potencial de cambiar toda una generación. ¿Por qué? El fosfano o fosfina es un gas extremadamente venenoso, explota a temperatura ambiente y tiene un penetrante olor a ajo. En la atmósfera de la Tierra está presente en concentraciones muy bajas y su origen más probable es que provenga de una reacción química producida por la materia orgánica en descomposición. Esto significaría que este gas es una huella de presencia de vida. Y es lo que el mencionado estudio ha detectado en las nubes de Venus, entre 50 y 66 km por encima de la superficie.

¿Cuál es el problema? Sara Seager, una de las coautoras del estudio señalaba en la conferencia de prensa que si bien “en la Tierra, el gas fosfina solo se vincula a la vida, en Júpiter y Saturno también se ha detectado fosfina, pero esta proviene de procesos no biológicos. Debemos seguir investigando para señalar el origen de fosfina en Venus. De hecho, en nuestro planeta no sabemos qué organismos la producen. También desconocemos gran parte del metabolismo de la misma. No estamos diciendo que encontramos vida, estamos diciendo que hallamos una molécula cuyo origen es un misterio. Algunos procesos pueden producir fosfina en Venus, pero no en la cantidad que hemos detectado. Llevamos décadas pensado en vida en las nubes de Venus”.  Algo con lo que el mismísimo Carl Sagan especuló allá por 1967 en un artículo en Nature.

El fosfano fue detectado por  los telescopios James Clerk Maxwell, situado en Hawaii y el complejo de radiotelescopios ALMA de Chile. La primera medida fue descartar que las condiciones en las nubes de Venus fueran similares a las que se producen en Júpiter. Se realizaron simulaciones para ver si el origen podía ser una interacción con la luz solar, minerales que ascendían desde la superficie, la actividad volcánica o relámpagos….pero nada. Y lo interesante es que, según el coautor William Bains, eventos como los simulados apenas serían capaces de producir una diezmilésima parte de la cantidad de fosfina que detectaron los telescopios.

Entonces si se detectó este gas en una cantidad tan grande, es obvio que hay vida. Pues no. Ya en la Tierra desconocemos qué organismos producen fosfano, ignoramos mucho sobre sus rutas metabólicas y, por si fuera poco, estamos hablando de otro planeta. Uno con temperaturas de hasta 500 º C y en donde las nubes, en las que se halló el gas, están compuestas en un 90% por ácido sulfúrico.  Es un ecosistema completamente diferente y no se puede medir con la vara terrestre. Para Juan Antonio Rodríguez investigador del Centro de Astrobiología, “Desconocemos mucho de la dinámica atmosférica de Venus: las altas temperaturas, presiones, las reacciones que se producen en este entorno… Todo esto hace que esta afirmación sea muy valiente,algo entendible en este contexto, pero será necesario tener más pruebas para afirmar que hay vida en Venus”.

Lo interesante es que, si finalmente se confirma, seríamos la generación que halló vida fuera de la Tierra, algo que tendría el potencial para estimular la ciencia de un modo aún mayor que lo tuvo la llegada a la Luna.