Durante el confinamiento muchos docentes tuvieron que hacer acopio de creatividad para mantener a sus alumnos interesados en la materia. Lo mismo vale para quienes querían mantener el nivel académico de los estudiantes. De ese modo, si estudias física, puede que te envíen un tirachinas para evaluar trayectorias, velocidades, inercia, etc. Si tu campo es la astronomía y eres afortunado, un telescopio. Pero si estudias neurociencias lo que te debería llegar es…exacto: un cerebro. Y eso es precisamente lo que Luis Schettino, profesor de neurociencias de la Universidad de Lafayette, le envió a sus alumnos.

Para quienes estudian disciplinas vinculadas a la biología, hacer trabajo de laboratorio es fundamental a la hora de aprender habilidades de investigación y comprender mejor ciertos conceptos. Así fue como Maggie Ledwith (en la imagen principal), estudiante de 22 años, recibió una caja por correo que contenía un cerebro de oveja conservado, habitualmente elegido por su gran parecido con el cerebro humano. En la caja también tenían todos aquellos elementos que podrían necesitar para sus tareas de laboratorio. Una vez que todos los alumnos recibieron su objeto de estudio, Schettino los guió mediante videollamada durante la disección.

Luis Schettino impartiendo una clase de disección mediante videoconferencia. Crédito: Lafayette. 

“En el contexto actual – explica Schettino en un comunicado –, esta es la mejor solución a la hora de reemplazar el trabajo de laboratorio”. Para evitar cualqiuer incidente o problema, nada de lo que hay en la caja es tóxico y el docente instruye a los estudiantes sobre las medidas de seguridad adecuadas, como el uso de equipo de protección y el manejo seguro de las herramientas que deben utilizar.

Pero la de Lafayette no es la única universidad que tomó una decisión de este tipo. Stanford envió corazones de cerdo y cerebros de oveja a quienes se inscribieron en un curso de verano. Mientras que algunos alumnos de la Universidad de Arizona recibieron por correo, junto al cerebro de oveja, el ojo de una vaca.