Hace 3000 años, en el Antiguo Egipto, tenían un elevado conocimiento de la astronomía, y construyeron templos y pirámides teniendo en cuenta la posición del Sol en el cielo y el devenir de los objetos celestes de estación en estación

Así, el día que marca el solsticio de invierno, el día más corto y la noche más larga en el hemisferio norte del planeta, un halo de luz ilumina el normalmente oscuro santuario del templo de Karnak a la salida del Sol a través del eje principal del templo (foto superior).

El fenómeno habría sido mucho más exacto hace 4000 años, cuando fue alineado por primera vez , pero aún hoy sigue fascinando que ese día, el 21 de diciembre en nuestra era, fecha del nacimiento de la deidad más importante del antiguo Egipto, “Ra”, el dios del Sol, el amanecer se cuele en el templo dedicado al dios Amón tal y como los astrónomos de los Faraones quisieron que lo hiciera.

Una misión hispano egipcia de arqueoastronomía dirigida por Juan Antonio Belmonte, profesor de investigación en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), realizó seis campañas de trabajo para averiguar si realmente templos y pirámides se levantaron al dictado de los astros o era solo fruto de la casualidad.

La expedición encontró que había algo más que azar. No solo tenían en cuenta al Sol, también  las dos estrellas más brillantes del firmamento egipcio, Sirio y Canopo. «Sorprendentemente, o quizás no, los templos de los dioses solares tienen orientaciones predominantemente solares mientras que los que pertenecían a divinidades femeninas se orientan predominantemente a las estrellas más brillantes del cielo, en particular a Sirio», explica Belmonte.

El rayo de Sol en el rostro de Ramsés II

Cada 22 de febrero -y también el 22 de octubre-, al amanecer, la luz del sol entra por las rendijas de la puerta del templo de Abu Simbel, en Asuán en el sur de Egipto, e ilumina exactamente el rostro del faraón, para alcanzar después a los dioses Ra y Amón, situados a su izquierda y derecha, respectivamente. Solo una cara de una divinidad permanece en la penumbra, es la de Ptah, el dios de la Oscuridad.

Aún sigue siendo un enigma cómo consiguieron alinear con tanta exactitud las Pirámides de Giza, y por qué la mayoría de los templos situados en el Nilo siguen la misma orientación que el río.