La velocidad de la luz, esa constante en la naturaleza que nada puede superar, un límite absoluto de 299,792,458 metros por segundo en el vacío: la letra c en la fórmula de Einstein, E=mc². Pero, ¿de dónde sale esa c?

Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento, es uno de los artículos científicos más extraordinario de los  que se hayan escrito en toda la historia de la ciencia, tanto por lo que dice, como por su influencia.  Albert Einstein lo publicó el 30 de junio de 1905.

El artículo no tenía notas a pie de página, casi no contenía formulas matemáticas y no mencionaba ninguna obra anterior que lo precedieran o que le hubiera influido. El físico y novelista británico C.P. Snow escribió que era como si «Einstein hubiese llegado a aquella conclusión por pensamiento puro, sin ayuda, sin escuchar las opiniones de otros».

En la ecuación E = mc², la E representa la energía, la m la masa y c² el cuadrado de la velocidad de la luz

La famosa ecuación de Einstein E = mc², no se publicó en ese artículo original, sino en un breve añadido que le siguió unos meses después.  En la ecuación E = mc², la E representa la energía, la m la masa y c² el cuadrado de la velocidad de la luz.

Lo que quiere decir la ecuación es que masa y energía tienen una equivalencia, es decir, que son dos formas de la misma cosa: energía es materia liberada; materia es energía esperando suceder.

Puesto que c² (la velocidad de la luz multiplicada por sí misma) es un número verdaderamente enorme, lo que está diciendo la ecuación es que hay una cuantía inmensa, verdaderamente inmensa, de energía encerrada en cualquier objeto material.

Cuánta energía contiene un cuerpo humano

Un adulto de talla media contendrá un mínimo de 7 x 10^18 julios de energía potencial, lo suficiente para estallar con la fuerza de 30 bombas de hidrógeno muy grandes. Lo que ocurre es que a la materia le cuesta mucho liberar energía.  Una bomba de uranio, la cosa más energética que ha fabricado el ser humano por el momento) libera menos del 1% de la energía que contiene.

La ecuación de Einstein explica cómo un trozo de uranio puede emitir corrientes constantes de energía, convirtiendo masa en energía, y que es posible calcular siguiendo E = mc²

Pero lo más interesante de la teoría espacial es que mostraba que la velocidad de la luz es un límite absoluto, nada puede superarla. Su ecuación ha sido considerada en muchas ocasiones el mayor logro de la Humanidad.

¿Quién descubrió la velocidad de la luz?

El 7 de diciembre de 1676 el astrónomo danés Ole Roemer consiguió calcular una primera estimación de la velocidad de la luz.

Antes de esa fecha, se creía que la luz viajaba instantáneamente. Pero Roemer, desarrollando unos experimentos que había iniciado Galileo Galilei décadas antes, logró demostrar los límites de la velocidad de la luz.

El astrónomo danés consiguió dar con la velocidad de la luz observando el planeta Júpiter eclipsar su luna Io 140 veces. Roemer midió el movimiento del planeta desde Copenhague, mientras que su colega Giovanni Cassini hacía lo mismo desde París. Luego comparó los resultados para determinar la velocidad de la luz, que calculó en cerca 200 mil kilómetros al segundo, un valor 26 por ciento menor que el correcto.

Y bien, ¿por qué una c como símbolo de la velocidad de la luz?

Cómo llegó a ser ‘c’ el símbolo de la velocidad de la luz

Pues se trata de una de esos misterios que posiblemente nunca tengan una respuesta totalmente cierta. La explicación más aceptada es la que recoge David Bodanis en uno de los libros de no ficción más vendidos de la historia, E = mc 2: Biografía de la ecuación más famosa del mundo, traducido a 26 idiomas. Bodanis dice que la letra c para la velocidad de la luz tiene origen en el latín celeritas que significa velocidad o rapidez. Otra de las explicaciones más recurrentes es que la c significa constante. Y de ahí que fuera la elegida.

Sin embargo, el volumen correspondiente del Oxford English Dictionary, que se compiló una década antes de la teoría de Einstein, identifica c como un símbolo de muchas cosas, desde el carbono al críquet, pero no la menciona como símbolo de la luz ni de la rapidez.