Un científico racista reunió una colección de 1300 calaveras en el siglo XIX. ¿Es ético utilizarlas hoy para estudios científicos? 

(Foto superior: litografía de un cráneo de la colección de Morton,  que se publicó en su obra Crania Americana)

Entre ellos están los cráneos de 51 personas africanas que fueron enterradas en una plantación a las afueras de La Habana.

Uno de los cráneos mostraba vértebras fusionadas un «trauma mayor» causado por un collar doloroso que la persona se vio obligada a usar.

Son personas sin identificar, pero sí se sabe que habían sido vendidos como esclavos. Son 51 de los casi 5 millones de africanos esclavizados llevados a puertos del Caribe y obligados a trabajar en los campos de azúcar y café de las islas para beneficio de los europeos.

En 1840, un médico cubano llamado José Rodríguez Cisneros desenterró sus cuerpos, les quitó la cabeza y envió sus cráneos a Filadelfia.

El receptor era Samuel Morton, médico, anatomista y el primer antropólogo físico en los Estados Unidos. Morton estaba reuniendo una colección de cráneos para estudiar las diferencias raciales. Y así, los cráneos de los 51 se convirtieron en objetos para medir y pesar, rellenar con perdigones de plomo y volver a medir.

Morton era médico y supremacista blanco. Su investigación el poligenismo, una teoría sobre los orígenes del hombre que postula la existencia de diferentes linajes para las razas humanas, sin base científica.

Morton escribió Crania Americana, obra en la que argumentaba que una jerarquía racial podría derivarse de las diferencias en el tamaño del cráneo. Morton escribe que los negros son «alegres, flexibles e indolentes» y que «las naciones que componen esta raza presentan una diversidad singular de carácter intelectual, cuyo extremo lejano es el grado más bajo de humanidad».

Después de su muerte en 1851, su colección continuó siendo estudiada y exhibida.

En la década de 1980, comenzaron a ser estudiados nuevamente, esta vez por antropólogos con ideas muy diferentes a las de Morton, incluso utilizaron la historia de la colección Morton para exponer los males del racismo y la esclavitud, a veces usando calaveras en conferencias y exhibiciones sobre esos temas.

Luego, en el verano de 2020, la historia de la injusticia racial en los Estados Unidos, construida en parte sobre los cimientos de la ciencia como la de Morton, se convirtió en protestas.

Académicos y activistas denunciaron que la colección y su uso perpetúan la injusticia porque nadie en la colección había querido estar allí y porque los científicos, no los descendientes, controlan el destino de los cráneos.

En julio de 2020, el Penn Museum, en el que han reactualizado la biografía de Morton, almacenó toda la colección y detuvo oficialmente la investigación.

La ética del uso de restos humanos en investigación

Una de polémicas por resolver en ciencia es la idea de posesión de restos biológicos si no han sido donados expresamente para investigación.  Cuando se estudia material biológico de otra persona, ¿a quién pertenece?

Esta polémica  uede afectar a muchas colecciones en los Estados Unidos y del mundo.

El Museo Nacional de Historia Natural (NMNH) de la Institución Smithsonian guarda los restos de más de 30.000 personas, muchas de ellas indígenas y algunas probablemente esclavizadas.

Muchos restos fueron sacados de sus tumbas sin permiso, por científicos que siguieron los pasos de Morton hasta principios del siglo XX.

Los museos de EE. UU y  Europa compitieron para construir «colecciones masivas de huesos», aprovechando la violencia colonial para recolectar cuerpos de todo el mundo.

Qué ha hecho la ciencia con ellos

Se han publicado más de 70 artículos científicos utilizando los cráneos. El sitio web del Museo Penn enumera a más de 100 investigadores que utilizaron la colección Morton de 2008 a 2018.

Además, de 2004 a 2011, el Penn Museum recibió una subvención de la National Science Foundation para realizar una tomografía computarizada de la colección de cráneos Samuel Morton.

Utilizando esa enorme colección de cráneos, ha podido resolver dilemas como la aterosclerosis en el mundo antiguo asociada con la dieta y el estilo de vida, o determinar las diferencias de forma craneal entre chimpancés y humanos, entre otras muchas cuestiones de interés científico.

En julio de 2020, el Penn Museum sacó todos sus cráneos de las aula, incluidos los 51, para dejarlos en su almacén mientras un comité discutía qué hacer con ellos.  “Los antepasados ​​negros importan”, proclamaba una pancarta en una protesta del 8 de abril.

Cuatro días después, el Penn Museum se disculpó por «la posesión poco ética de los restos» y anunció un plan de repatriación ampliado para la colección Morton.

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