La ciencia de los campeones, el nuevo libro del científico y divulgador José López Nicolás, disecciona el deporte desde la nutrición, la tecnología, la química y los avaneces científicos que hacen posible batir marcas y pasar a la historia.
El siglo pasado fue el siglo del souffle, el s. XXI es el de las sneakers. Occidente en masa aprendió a hacer esferificaciones y deconstruir tortillas siguiendo recetas de licenciado en químicas. Ahora, además de la cocina, que no hemos abandonado, nos hemos echado a correr, ocupamos los gimnasios, escalamos, nadamos, se multiplican los maratones y triatlones a lo largo y ancho del mundo, competimos… Y lo hacemos con un elevado conocimiento científico sobre nutrición, tecnología, hormonas, genética y deporte, claro.
Como dato llamativo, el ejercicio físico se incrementó un 88% durante el confinamiento en el mundo según un estudio de RunRepeat.
El sillón ball popular en los años 1980 hoy tiene caspa. Ahora el deporte se practica y debate, y las discusiones deportivas van mucho más allá del tongo del árbitro o el escudo en el pecho.
Hablar de deporte significa hablar de biología, de límites del cuerpo, de rendimiento deportivo, de materiales de última generación con los que se fabrican las mejores raquetas, los bañadores de competición aerodinámicos, las zapatillas para runners que vuelan. También, de dopaje tecnológico, de suplementos nutricionales, dietas al detalle para cada deporte. Y eso es lo que ocurre en La ciencia de los campeones (Editorial Planeta), un libro de José Manuel López Nicolás, catedrático de química en la Universidad de Murcia y apasionado divulgador.
En su libro, Nicolás describe los momentazos de héroes como Rafael Nadal o Andrés Iniesta, aquellos que si aún se narraran mitos como hacían los griegos, estarían en el block de notas de Homero y los suyos.
Dice Nicolás que Rafa Nadal ganó a Roger Federer en aquella final de infarto de Wimbledon 2008 gracias a la química, la física, la óptica, la neurociencia, la geología, el big data, la nanotecnología y, claro, el Banana shot, ese golpe tan característico de Rafa Nadal que machacó a Federer.
El estudio de la trayectoria que realiza la bola en el Banana shot de Nadal ha sido publicado en la revista científica Journal of Fluids and Strutures, considerando la trayectoria que sigue una pelota cuando gira, los efectos de las turbulencias en el aire, y la fuerza de gravedad. ¿Sin ciencia, Nadal sería Nadal?
El gol de Iniesta en los mundiales de Sudáfrica de 2010, que convirtió a la Selección Española en campeona del mundo, está descrito por López Nicolás como si la escena más importante del fútbol en la historia de España se detuviera en el tiempo bajo una lente de laboratorio.
La composición de la camiseta de Navas (con un material tan elástico que impidió que los jugadores holandeses le sujetaran en su carrera veloz al inicio de la jugada), el césped híbrido del campo, la visión periférica de Andrés Iniesta que permitió que, con un taconazo, se deshiciera de cuatro jugadores holandeses… Así, hasta que el balón salió disparado de la bota derecha del manchego con tal aceleración que dobló las manos del portero y se escuchó en la tele aquella frase inolvidable: ¡Iniesta de mi vida!
López Nicolás revive el día en que Miguel Indurain descendió el Tourmalet en el Tour de Francia de 1993, y logró que “los gritos de los españoles llegaran a los Pirineos”.
En este capítulo, describe las investigaciones hiper precisas que se han realizado para dar con la posición más aerodinámica en un descenso en bicicleta.
Se ha evaluado al detalle la posición de Chris Froome en el Tour de Francia, cuando iba prácticamente sentado en el tubo delantero superior de la bici. También la que puso de moda Marco Pantani, el Pirata, que cargaba todo su peso en la rueda de atrás. Y la que empleaba el dos veces recordman de la hora, Graeme Obree, con la espalda lo más plana posible y las manos sobre el manillar.
En estas pruebas se mide la potencia conseguida, la ventaja aerodinámica en función del cuerpo de ciclista, importa incluso la distancia de las manos a los frenos. Se mide todo para dar con la postura que permite mejores marcas, no solo a Induráin, sino a todo aquel que hoy haga un descenso en su bici y anote tiempos.
La prueba con más épica de unos juegos Olímpicos, dice José López Nicolás, podría ser aquella en la que Abebe Bikila ganó la maratón corriendo descalzo.
El corredor etíope tenía una ampolla en el pie, y gracias a no tener unas zapatillas adecuadas pasó a la posteridad al lograr el primer oro para África en unos Juegos Olímpicos.
Bikila ganó, corriendo descalzo, la maratón de las Olimpiadas de Roma de 1960, batiendo el récord del mundo. Todo alrededor de la historia de Bikilia es emocionante (su final es terrible).
Lo de menos es por qué corrió descalzo, lo realmente significativo es la razón por la que según cuenta López Nicolás, ganó.
“En el punto donde debía atacar, la carrera pasaba por el obelisco de Aksum, un trofeo de guerra que el ejercito de Mussolini había sacado en 1937 de Etiopía, cuando había tratado de invadir el país. Bikila era exmilitar etíope y sintió que aquel era el momento perfecto para que un etíope se vengara de Mussolini». Así que aceleró, y ganó.
En este capítulo, López Nicolás describe los estudios científicos sobre las ventajas y desventajas de correr descalzo, incluso muestra cómo iniciarse en la práctica del barefoot. Además, recoge la ciencia del “flow”, una de esas consecuencias espectaculares del deporte (también del arte y otras actividades), que te lleva a no sentir dolor, realmente a no sentir nada, salvo la fusión de cuerpo y mente cuando has llegado al límite.
La jugadora española de bádminton Carolina Marín es el máximo exponente mundial de la aplicación del big data, la recopilación y el procesamiento de datos para saber cómo jugar contra cada rival, en qué momento hacer qué cosa y anticiparse a su reacción. «Lleva con ella un gran equipo que va gestionando esos datos y se los va pasando», dice López Nicolás. Pero Marín no es la única. El uso de big data es parte de la estrategia de entrenamiento en cualquier deporte de élite.
La extrema precisión para medir si la pelota de tenis entra, si ha sido o no ha sido gol, o quién llega primero en una competición de natación requiere tanta ciencia como colocar una nave en la superficie de Marte. De esa precisión puede depender el oro y la gloria.
¿Ganó realmente Michael Phelps aquella medalla en la prueba de mariposa de los Juegos Olímpicos de Pekín?
En aquella competición, Phelps ganó ocho medallas de oro, pero hubo una, la séptima, muy controvertida. Era la prueba de 100 metros mariposa.
El registro electrónico le dio como ganador por solo una centésima de segundo, sólo 0,01 segundos de diferencia, aunque para todo el que vio aquella prueba, el ganador había sido el serbio Milorad Cavic. ¿Cómo ocurrió? ¿Falló el hiper sofisticado detector?
Como cuenta La ciencia de los campeones, muchos consideran que es dopaje tecnológico lo que hizo el equipo de Estados Unidos de esquí para la preparación de los Juegos de Pieonchang 2018.
Con cámaras de 360 grados, filmaron las pistas meses antes y después usaron cascos de realidad virtual para que los deportistas se familiarizaran con el trayecto, memorizaran los giros, las vueltas y las posiciones de las puertas. Además, usaron gafas Vima REV, gafas estroboscópicas capaces de reducir la visión de los esquiadores para fortalecer su ojo menos dominante.
¿Hasta dónde puede llegar la tecnología en el deporte? ¿Hay que trazar límites? Este es un apasionante debate en alza, pero no es el único.
Probablemente uno de los capítulos más interesantes del libro es el que describe el caso de Caster Semenya, la atleta sudafricana a quien se exigió pruebas genéticas y endocrinas para verificar su sexo.
La ciencia de los campeones recoge uno tras otro los grandes topics del mundo del deporte hoy. ¿Es posible ser un deportista de élite siendo vegano? ¿El deporte de primer nivel no es nada sin el big data? ¿Qué hay del neurodopaje, o el uso de compuestos de la marihuana para mejorar el rendimiento deportivo? ¿Si Rafael Nadal bebe agua de mar, tenemos que beber todos agua de mar…?
El próximo día 15, en el espacio Fundación Telefónica, en Madrid, José Manuel López Nicolás presentará su libro acompañado de Lorena Sánchez, redactora jefa de QUO. Vamos a hablar de deporte, y de la fascinación que produce practicarlo y seguirlo con los ojos abiertos a la ciencia. También, de las polémicas que destapa la ciencia del deporte.
Sobre el autor:
José Manuel López Nicolás es catedrático de Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad de Murcia, donde ejerce como profesor de Biotecnología, Bioquímica y Tecnología de los Alimentos, y desarrolla su actividad investigadora dentro del Grupo de Excelencia Bioquímica y Biotecnología Enzimática. Además, es vicerrector de Transferencia y Divulgación Científica en dicha universidad. Es autor de los libros Nuevos alimentos del Siglo XXI (2004), Reacciones cotidianas (2016), Vamos a comprar mentiras (2016) y Un científico en el supermercado, este último publicado por Planeta en 2019. Además, es uno de los divulgadores científicos más relevantes de nuestro país y con mayor proyección en medios de comunicación y redes sociales. Es autor del blog Scientia y muy activo en redes sociales.
Twitter: @ScientiaJMLN
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