El matráz de vidrio fue el catalizador para el famoso experimento de Miller-Urey sobre el origen de la vida en la tierra, un hallazgo que revalida los resultados

En 1952, dos químicos, Stanley Miller y Harold Urey, dejaron sin argumentos a los creacionistas. Mucha gente pensaba que la química de los seres vivos era demasiado compleja como para haber surgido por azar, y que en consecuencia, una inteligencia sobrenatural había dirigido el proceso. En esto se apoya la teoría del diseño inteligente, que niega la teoría de la evolución.

Miller y Urey mezclaron agua, hidrógeno, amoníaco y metano en un recipiente de vidrio cerrado. Estos eran los componentes de la atmósfera primitiva de la tierra hace unos 4.000 millones de años. Calentaron el recipiente y lo sometieron a chispas eléctricas para imitar los rayos. Al cabo de una semana, los contenidos del matráz ya no eran transparentes, sino de un color rojizo turbio, y había sedimentos en el fondo.

El experimento se ha replicado numerosas veces con los mismos resultados: a partir del agua y los gases, las descargas eléctricas forman precursores protéicos y aminoácidos, las moléculas básicas que forman el ADN y a todos los seres vivos.

Pero lo que los investigadores nunca habían considerado si el recipiente utilizado en el experimento tenía algún efecto en el resultado. Esta fue la pregunta que se hizo el equipo de investigadores dirigido por Ernesto Di Mauro, del Instituto de Biología Molecular y Patología de Roma.

El recipiente era el catalizador

Di Mauro y su equipo repitieron el experimento con el mismo tipo de recipiente de vidrio de borosilicato utilizado en el experimento original, y también repitieron el estudio con un recipiente hecho de teflón. En una tercera repetición del experimento, añadieron virutas de vidrio a la mezcla del recipiente de teflón.

El equipo encontró que las reacciones producidas en presencia del vidrio generarían moléculas más complejas porque el vidrio contiene silicatos. Los silicatos pueden disolverse y reabsorberse en la superficie de una mezcla y afectar así al tipo de reacciones que se producen, es decir, actúan como catalizadores.

En cambio, el teflón, que no se utilizaba mucho en los años 50, cuando Miller y Urey realizaron su experimento, es químicamente inerte y no tiene ese efecto.

«El vidrio es como las rocas de la Tierra: cataliza la reacción», Di Mauro.

El equipo de Di Mauro descubrió que el vaso de cristal contenía la mezcla más diversa de productos orgánicos complejos. Mientras tanto, el vaso de teflón con trozos de vidrio produjo menos compuestos complejos, probablemente porque los trozos de vidrio tenían una superficie combinada menor que la del propio vaso de vidrio. La menor cantidad de compuestos complejos apareció cuando el experimento se realizó en un vaso de teflón sin vidrio.

Estos resultados, lejos de invalidar el experimento de Miller, añaden nueva evidencia que lo apoya. Más del 90% de la corteza terrestre está formada por silicatos, y también son comunes en planetas como Marte, donde también pueden haber ayudado a catalizar reacciones que podrían ser importantes para el origen de la vida. Las rocas, igual que el vidrio, fueron esenciales como catalizadores en el origen de la vida en la tierra.

REFERENCIAS

The role of borosilicate glass in Miller–Urey experiment