El temor a una “guerra biológica” por parte de Rusia recorre Ucrania y alarma al mundo. Pero, ¿qué hace pensar que Putin podría activarla?

La posibilidad de que Putin active la guerra biológica llega a Occidente como la antesala de la Tercera Guerra Mundial. El miedo se expande y muta a más velocidad que el coronavirus. Pero, ¿qué hace sospechar que en la mente de Putin cabe la opción de utilizar armas biológicas?

Detrás de la amenaza hay toda una trama que incluye laboratorios ucranianos en los que investigan con virus y bacterias, también, con patógenos de murciélagos. En la trama participan rusos, norteamericanos y chinos (en plena campaña interna para dejar claro a los suyos que los malos son los otros). Al juego se ha sumado la ONU, a la que le han colado otra ‘trola’ en forma de amenaza inminente, o se la ha dejado colar. Es difícil saber cual es el punto de partida, pero podemos comenzar situándonos en la intervención del embajador de Rusia en la ONU.

Rusia acusa a EE.UU de investigar armas químicas en laboratorios ucranianos

Hace unas semanas, el Kremlin informó que el Gobierno ruso ha descubierto «pruebas de que EEUU estuvo involucrado en la investigación de armas biológicas en laboratorios ucranianos».

Rusia consiguió que el Consejo de Seguridad de la ONU convocara una sesión extraordinaria. Y el embajador de Rusia en la ONU, Vasili Nebenzia, lanzó al mundo sus acusaciones.

“En Ucrania había una red de 30 laboratorios biológicos supervisados por EE UU en los que se realizaban experimentos muy peligrosos», Vasili Nebenzia

Según contó Nebenzia, el Kremlin asegura que su ejército ha descubierto en Ucrania evidencias de una “eliminación urgente” de huellas. “En Ucrania había una red de 30 laboratorios biológicos supervisados por EE UU en los que se realizaban experimentos muy peligrosos, y cuyos resultados eran remitidos a instituciones de EE UU”.

Dejando el micro internacional abierto a Nebenzia, el máximo órgano ejecutivo de la ONU expandió las acusaciones sin pruebas sobre armas biológicas de destrucción masiva, con los norteamericanos como los malos de la película. No es la primera vez que la ONU da cabida a acusaciones de tan altísimo calado sin pruebas. También lo hizo en vísperas de la guerra de Irak, en 2003, cuando las armas de destrucción masiva iraquíes eran solo un fantasma.

Los chinos se suben al carro y expían culpas

Los medios de comunicación chinos se hicieron eco inmediato de las afirmaciones de Rusia sobre los supuestos laboratorios de armas biológicas financiados por EEUU en Ucrania. Resaltaron, especialmente, sus supuestos experimentos con «patógenos que pueden transmitirse de los murciélagos a los seres humanos», incluidos, cómo no podrían faltar, los coronavirus.

En la plataforma china Weibo, algo así como el Twitter chino, algunos usuarios relacionaron el supuesto hallazgo de estos laboratorios secretos con la pandemia.

«Virus americano», decía un comentario en Weibo que recibió más de 55.000 likes en un artículo del Diario del Pueblo. Con esto, China expía culpas, o, al menos, lo intenta.

El origen de la pandemia sigue siendo una pregunta sin respuesta. A día de hoy, y a pesar de la exhaustiva búsqueda, no se ha encontrado el animal que fuera el puente entre murciélagos y humanos para que el virus nos afectara. Sí se sabe que en el laboratorio chino BSL-2, que ocupa el penúltimo lugar en seguridad, manipularon genéticamente un virus similar al del SARS y le añadieron partes de otros virus de murciélago para que «se reprodujera bien» en células humanas y sin pasar por un animal intermedio.

Su experimento buscaba prevenir pandemias, pero muchos expertos critican este riesgo y exigen investigar una fuga accidental del Instituto de Virología de Wuhan.

Pero ahora, con las acusaciones rusas, China pone sobre la mesa que quizá, los manipuladores de virus peligrosos, fueron los norteamericanos en sus laboratorios de Ucrania.

Los laboratorios que investigan patógenos en Ucrania con dinero de Occidente, existen

Antes del informe del Ministerio de Defensa ruso, la Organización Mundial de la Salud aconsejó a Ucrania que destruyera los patógenos de alta amenaza alojados en los laboratorios de salud pública del país para evitar «cualquier derrame potencial» ante los bombardeos rusos, que pudieran propagar enfermedades entre la población.

La OMS reconocía entonces que Ucrania, como otros muchos países, cuenta con laboratorios de salud pública que investigan cómo mitigar las amenazas de enfermedades peligrosas que afectan tanto a los animales como a los humanos, incluido el coronavirus causante de la covid-19. Estos  laboratorios han recibido apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y la OMS.

La OMS reconoció haber colaborado con los laboratorios de salud pública de Ucrania durante varios años para promover prácticas de seguridad que ayuden a prevenir la «liberación accidental o deliberada de patógenos».

Hace unos días,  Science, revista de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, publicaba un amplio reportaje sobre los laboratorios ucranianos en los que se investigaba con murciélagos y otros animales, en busca de patógenos potencialmente peligrosos para nuestra especie. Los laboratorios existían, así como una red de institutos con dinero de EE.UU que experimentaban con animales en Ucrania.

Los parásitos de murciélago que viajaron a Berlín

En 2020, investigadores alemanes comenzaron a colaborar con colegas ucranianos para estudiar parásitos de murciélagos, en su mayoría chupasangres como garrapatas y pulgas. Buscaban, efectivamente, patógenos, virus y bacterias de los murciélagos en Ucrania, un primer paso para identificar cualquier amenaza potencial para la salud humana.

Los investigadores del Instituto de Medicina Veterinaria Experimental y Clínica en Kharkiv recolectaron, según el artículo de Science, 140 pulgas, garrapatas y moscas, arrancadas de murciélagos capturados en el este de Ucrania. Ahogaron los parásitos en etanol y los enviaron al Instituto Friedrich Loeffler (FLI) cerca de Greifswald, Alemania. Esta investigación, y estos laboratorios, están en la lista negra del Ministerio de Defensa ruso.

Un complot de Occidente para infectar a los rusos

En el trabajo de investigación el ADN de los parásitos reveló la identidad de patógenos como Ricksettia, una bacteria común transmitida por garrapatas. Los resultados se presentaron en una conferencia de la Sociedad Veterinaria Alemana en 2021. «Fue una investigación epidemiológica muy básica», asegura en Science la parasitóloga veterinaria de FLI, Cornelia Silaghi, líder de la colaboración.

Así que se sorprendió y desconcertó cuando, el 10 de marzo, un funcionario del Ministerio de Defensa ruso afirmó que la investigación era parte de un esfuerzo secreto de armas biológicas financiado por Occidente.

Un complot ucraniano, con la ayuda de Estados Unidos, para enviar pájaros, murciélagos y reptiles plagados de enfermedades a través de la frontera para infectar a los rusos

La televisión estatal rusa y los medios de comunicación citaron el informe del Ministerio de Defensa indicando que el trabajo era un complot ucraniano, con la ayuda de Estados Unidos, para enviar pájaros, murciélagos y reptiles plagados de enfermedades a través de la frontera para infectar a los rusos.

Vladimir Putin no tardó en utilizar la información derivada del informe. Según Putin, “había docenas de laboratorios en Ucrania” que experimentan con coronavirus, ántrax y cólera “bajo la dirección y el apoyo financiero del Pentágono”.

Las pruebas de Rusia

“Los riesgos son altos de que puedan ser robados con fines terroristas o para ser vendidos en el mercado negro”

Las autoridades rusas publicaron una imagen granulada del acuerdo de transferencia de muestras entre el laboratorio de Silaghi y el instituto veterinario de Kharkiv que Vassilily Nebenzia también mostró en la ONU, donde afirmó: “No sabemos nada sobre el destino de esos peligrosos biomateriales y las consecuencias que pueden tener una vez que se ‘disipen’”, y añadió: “Los riesgos son altos de que puedan ser robados con fines terroristas o para ser vendidos en el mercado negro”.

Silaghi afirma que conoce perfectamente el destino de estas muestras: “Están en mi congelador. Además, no hay patógenos que puedan propagarse. El etanol utilizado para matar y preservar los parásitos también destruye los patógenos, dejando intacto solo el material genético para la secuenciación”.

Hay algo más, el proyecto, según Silghi, no recibió financiación estadounidense.

Los hackers. No podían faltar

En toda buena trama del s.XXI no pueden faltar los hackers informáticos. La pregunta es: ¿cómo llegaron esas imágenes del acuerdo de transferencia de muestras a manos de los rusos?

Anton Vlaschenko, biólogo de Járkov y colaborador del proyecto, explica en el reportaje de Science que sospecha que una de las cuentas de correo electrónico del equipo fue pirateada por rusos.

Hay más laboratorios ucranianos en entredicho

Putin, y el informe del Ministerio de Defensa ruso, habla de 30 laboratorios ucranianos implicados en investigación biológica. Otro de ellos es el instituto veterinario Kharkiv, que es parte de una red más grande de investigación que, esta vez sí recibe fondos del Departamento de Defensa de los EE.UU.

EE.UU justifica su participación dentro del Programa de Reducción de Amenazas Biológticas (BTRP). Es decir, EE.UU dice que pone dinero para “reducir” armas biológicas, y no para desarrollarlas, algo que los rusos, como era de esperar, no se creen.

El programa, que incluyó laboratorios rusos hasta 2014,  según Science monitoreaba enfermedades y salud pública en toda la ex Unión Soviética, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.

La existencia de estos centros es la base del argumento de Rusia del anillo de laboratorios financiados por Estados Unidos en su frontera. Lo cierto es que el programa BTRP, con EE.UU al mando, ha proporcionado  $200 millones en fondos a científicos ucranianos desde 2005 . Según EE.UU en estos laboratorios en ningún caso se investigaba el desarrollo de armas químicas.

EE.UU contraataca

Ante esta situación, Washington y Londres han denunciado un montaje de Moscú mediante la invención de un programa estadounidense para expandir enfermedades en Ucrania que, en realidad, y aquí viene el contraataque: «serviría de pretexto para una ofensiva no convencional por parte de Rusia».

Es decir, EE UU cuenta con un buen argumento para lanzar un mensaje aterrador que justifique el rearme de Occidente y cualquier actuación, incluso las que deberían considerarse impensables: “Putin podría estar dispuesto a utilizar armas químicas”, y, si lo hace, bastará para apretar el botón de la Tercera Guerra Mundial.