Un viaje por los museos eróticos más famosos del mundo, que albergan desde los primeros juguetes sexuales hasta las obras de Picasso y Rembrandt

El sexo es la expresión de lo más básico y lo más sublime de la humanidad. Es el mecanismo por el cual nos reproducimos, algo que compartimos con la mayor parte de los seres vivos pluricelulares. Si eres algo más que una ameba, es muy probable que tengas sexo.

Pero el sexo también es diferente en nuestra especie, ya que va mucho más allá de la mera reproducción. Somos uno de los pocos animales que tienen sexo por placer, como un mecanismo de cohesión social y personal. La cooperación entre humanos es lo único que ha hecho sobrevivir a nuestra especie, y el sexo es el canal que nos une a los demás. Está detrás de la expresión artística, de la trascendencia personal y de los estados más elevados de la conciencia.

No es de extrañar que haya museos dedicados al sexo y el erotismo. Sin embargo, son relativamente recientes. Empezaron a aparecer en Europa a finales de los años 60 y durante los 70, durante la revolución sexual. Desde la década de los 90 pasaron a llamarse museos eróticos o museos de arte erótico en lugar de museos del sexo.

Seguramente tengas un museo erótico cerca de ti o puedas acercarte en tu próximo viaje. No te los puedes perder.

El Museu de L’Erotica, Barcelona

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El Museu de L’Erotica de Barcelona, en plena Ciutat Vella, creado en 1997, exhibe más de 800 obras de arte erótico. Las obras incluyen pintura y escultura de los grandes maestros (Picasso cuenta con grandes obras de arte erótico), y una mirada histórica a la pornografía española. Destaca la colección de arte japonés prohibido y la sala dedicada a las películas pornográficas rodadas por encargo del rey Alfonso XIII, donde exhibe tres de ellas.

El Gabinete secreto, Museo Arqueológico Nacional, Nápoles

El Imperio Romano tenía un gran aprecio por el arte erótico, como ha podido comprobarse por los restos encontrados en las ruinas de Pompeya y Herculano. Por desgracia, el arte que se descubrió fue demasiado para las costumbres socialmente conservadoras de la época victoriana. Entre otras se encontraban estatuas de dioses y hombres con enormes falos, lámparas de aceite que representaban escenas sexuales explícitas, y una escultura del dios Pan en pleno acto sexual con una cabra. Estas obras fueron trasladadas en el siglo XIX al Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, donde acabaron encerradas en un gabinete secreto, abierto sólo para caballeros bien educados. En los años que siguieron el gabinete se cerraba y se abría al público dependiendo del conservadurismo del gobierno de turno. En el año 2000, la colección volvió a abrirse, esta vez también a las mujeres.

Museo Falológico de Islandia, Reikiavik

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Quizá no hayas oído hablar con anterioridad de la ciencia de la falología, o el estudio los penes. El término lo acuño Sigurdur Hjartarson cuando en 1997 fundó el Museo Falológico de Islandia, una institución única en su género. En la colección del museo se conservan 283 muestras de falos de mamíferos. El hijo de Hjartarson, Hjortur, amplió la colección, que incluye un espécimen humano y un pene de cachalote de 75 kilos y 1,5 metros de longitud, además de los moldes de los penes del equipo nacional de balonmano. Aunque no está dedicado al erotismo, el museo tiene una vocación esencialmente educativa, despojando a los penes de los tabúes que los rodean.

Venustempel, Ámsterdam

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La capital de Holanda, Ámsterdam, es considerada una de las ciudades más libres de Europa. Entre otras cosas, tanto la prostitución como el consumo de drogas están legalizados y regulados. No es de extrañar que albergue dos museos de temática sexual.

El Venustempel (Templo de Venus) es el museo erótico más antiguo del mundo. Abrió sus puertas en 1985 y contiene una colección modesta cuyo principal atractivo es un amplio surtido de pornografía victoriana, la época más sexualmente conservadora de la historia de Europa, y también una de las más prolíficas en el arte erótico.

Sex Museum, Nueva York

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El Museo del Sexo de Nueva York (MoSex, en un guiño al MoMa) combina admirablemente lo académico con lo cómico. Dispone de una colección permanente de 15.000 objetos eróticos, pero lo más interesante son sus exposiciones temporales. Se pueden encontrar algunas que podrían estar en un museo de historia natural, como The Sex Lives of Animals, hasta otras un poco más raras, como Lovers From Hereafter (los amantes del más allá) con encuentros sexuales entre esqueletos. El museo también cuenta con Play, un bar que sirve cócteles con nombres obscenos.

World Erotic Art Museum, Miami

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El Museo Mundial de Arte Erótico (WEAM) de Miami es uno de los más intelectuales y con algunas de las obras eróticas más respetadas en la cultura mayoritaria. Contiene más de 4.000 piezas que incluyen una cama con dosel decorada con temática del Karma Sutra, un falo de madera tallada de dos metros, y obras de Rembrandt y Picasso, junto con obras de todas las épocas y de todo el mundo.

La propietaria y fundadora del museo, Naomi Wilzing, que falleció en 2015, tenía como meta demostrar que el arte erótico es mucho más que pornografía. Puede ser una obra de arte y también ofrecer una ventana a diferentes culturas.

Museo de Máquinas Sexuales, Praga

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Los inventores llevan mucho tiempo fabricando artilugios con los que mejorar la vida sexual de los humanos, o al revés, limitarla, desde hace mucho más de lo que pensamos. En este Museo de Máquinas Sexuales de Praga se exponen cinturones de castidad del siglo XVI junto con «mesas de copulación», muebles diseñados para el facilitar el encuentro sexual, máquinas sexuales que incluyen sillas y falos motorizados, y artilugios como una rueda giratoria con plumas de ave en su perímetro, además de un cine con películas eróticas antiguas. El museo es un homenaje a la inventiva de la mente humana, sobre todo en lo que respecta al sexo.

MusEros, San Petersburgo

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A la salida de la visita del Hermitage quizá perezca la pena pasar por el MusEros de San Petersburgo. El museo fue noticia en 2004 cuando adquirió un pene humano de 30 centímetros que supuestamente pertenecía al «Monje Loco», Grigori Rasputín, el confidente de la zarina Alexandra, aunque esta afirmación no ha sido verificada. En cualquier caso, el primer museo erótico de Rusia alberga una gran colección de parafernalia erótica, con especial atención a la vida sexual de los antiguos gobernantes rusos. Incluso tienen una «silla traviesa» que supuestamente perteneció a Catalina la Grande.

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