1815 ha pasado a la historia como El año sin verano. Aunque en Nueva Inglaterra recibe un apodo mucho más dolido: Mil Ochocientos Hielo y Muerte. Aquel año, la devastadora erupción de un volcán en Indonesia, el Tambora (foto superior) generó una capa de ceniza que se extendió por todo el mundo, eclipsando el Sol

La furia del volcán generó un efecto cascada durante décadas: la conquista del oeste americano, hambrunas en el norte de Europa, la extensión de los cultivos de opio en China tuvieron mucho que ver con aquel efecto invernadero generado por las cenizas de un único volcán.

Sin embargo, a escala mundial, la temperatura descendió menos de 1ºC.

En la isla indonesia de Sumbawa, tuvo lugar uno de los acontecimientos geológicos más devastadores de los últimos 10.000 años.  La bella montaña Tambora, que llevaba miles de años dormida, estalló con una furia tal que igualó a la potencia de 60.000 bombas atómicas del tamaño de la arrojada en Hiroshima.

La de Tambora ha sido la mayor explosión volcánica de los últimos 10.000 años, 150 veces mayor que la del monte Santa Elena, en el estado de Washington, en 1980. Nadie vivo ha presenciado nunca algo tan salvaje. Tambora mató a 100.000 personas como consecuencia de la explosión y de los tsunamis que provocó.

Miles de personas tuvieron que lanzarse a comer gatos y ratas, según recuerda el vulcanólogo Stephen Self, de la Universidad de California en Berkeley (EE UU)

Un cambio climático radical

Las cecinas del Tambora se esparcieron por todo el mundo, formando una capa gris que eclipsó al Sol enfriando la Tierra. Se calcula que se esparcieron por la atmósfera 240 kilómetros cúbicos de ceniza humeantes, polvo y arenilla y los gases con azufre dejaron sin verano a una buena parte del hemisferio Norte, arruinando las cosechas.

Miles de personas tuvieron que lanzarse a comer gatos y ratas, según recuerda el vulcanólogo Stephen Self, de la Universidad de California en Berkeley (EE UU). En China, ante la pérdida de cultivos tradicionales, se extendió el opio. En EE.UU, las nevadas hicieron que muchos emigraran hacia el más cálido oeste, colonizando territorios donde los indios nativos nunca volvieron a tener cabida.

Los cielos de Turner

Aquello provocó también las puestas de Sol más extravagantes que se hayan visto nunca, que son las que plasmó Turner en sus obras. Su serie Cielos, 65 cuadros producidos entre 1816 y 1818, refleja cómo se veía la bóveda celeste en el llamado “año sin verano” y los dos siguientes.

Hace unos años, un equipo de científicos de la Universidad de Rhode Island, de la Universidad de Carolina del Norte y del Observatorio Indonesio de Vulcanología comenzó a desenterrar el pueblo de Tambora, sepultado por la erupción.

La excavación mostró cómo los 10.000 habitantes de Tambora murieron en minutos por la avalancha de ceniza, roca y gas volcánico. Descubrieron los restos de una aldea y dos adultos enterrados bajo aproximadamente 3 metros (casi 10 pies) de ceniza en un barranco en el flanco de Tambora, restos del antiguo Reino de Tambora conservados por la erupción de 1815 que lo destruyó. La similitud de Tambora permanece con los asociados con la erupción del Vesubio en el 79 d.C. ha llevado a la descripción del sitio de Tambora como «la Pompeya del Este»

Tambora desde el espacio

Esta fotografía detallada de un astronauta muestra la caldera de la cumbre del volcán actualmente. La enorme caldera, de 6 kilómetros (3,7 millas) de diámetro y 1.100 metros ) de profundidad, se formó cuando se retiró el pico de Tambora, que se estima en 4.000 metros de altura, y la cámara de magma que se encuentra debajo se vació durante la erupción.

Los versos de Byron

Cuando el verano del año siguiente a la explosión del volcán de Indonesia  Lord Byron invitó a un grupo de amigos, entre los que se contaba Mary Shelley, la mujer que dio vida a Frankenstein, a Villa Diodati, en Suiza, el verano había sido sustituido por un cielo de cenizas y penumbra con temperaturas anormalmente bajas.

El poeta Lord Byron retrató aquel mundo oscuro en su poema Darkness

Yo tuve un sueño, que no era un sueño,

El luminoso sol se había extinguido y las estrellas

vagaban sin rumbo…