El sistema social de regalos es algo de lo que se aprovechan los psicópatas, según un equipo de investigadores noruegos, y puede haber regalos envenenados

A todos nos gustan los regalos de Navidad, y esta época sería más desagradable para muchas personas sin ellos. Pero en algunos casos hay que pensárselo dos veces antes de dar o aceptar un regalo.

El doctor en Psicología y profesor de la Escuela de Negocios de Noruega Jan Ketil Arnulf ha dedicado su labor investigadora a las  personalidades, y advierte de que aunque muchos hacen regalos con gran alegría, los regalos también pueden utilizarse para manipular o ejercer control.

«Todo el mundo conoce la sensación de recibir un jersey que te obligan a ponerte porque te lo ha regalado alguien de la familia», dice Arnulf. Según el  antropólogo social e investigador Runar Døving, no hay duda de que los regalos pueden utilizarse para controlar y manipular. «El sistema social de regalos es apto para psicópatas», afirma. «Si tienes un pariente loco que te hace grandes regalos, te sientes inferior, aunque sabes que no deberías sentirte inferior».

También puede que no quieras tener nada que ver con la persona que te hace el regalo. En estos casos, los regalos pueden complicar la situación. Hacer regalos puede dar lugar a relaciones de poder. «Si tienes una cita con un hombre y pasáis una velada agradable, pero al final te da un regalo monetario, puedes acabar sintiéndote como una prostituta», dice Arnulf.

Es esencial que el intercambio de regalos sea voluntario, argumentan los investigadores. Para que los regalos sean positivos, debe haber igualdad y libertad en la relación entre los que los dan y los que los reciben. Si das algo o te comprometes a algo aceptando un regalo, deja de ser positivo.

Según la teoría psicológica, hacer regalos tiene que ver con dos cosas: en primer lugar, utilizamos los regalos para reafirmar relaciones, para demostrar a alguien que seguimos siendo buenos amigos, familiares cercanos o amantes. En segundo lugar, utilizamos los regalos para establecer nuevas relaciones: para demostrar a alguien que queremos ser amigos, amantes o desarrollar una relación aún mejor.

En definitiva utilizamos los regalos para confirmar o establecer algún tipo de contacto. Nuestros antepasados llevaban regalos cuando se encontraban con el jefe de una tribu vecina para establecer o reforzar los lazos.

Pero, ¿y si una persona no quiere tener una relación estrecha contigo? ¿O qué pasa si no tienes la oportunidad de devolver tanto como recibes? El profesor Runar Døving pregunta a sus alumnos: «¿Cuánto tiempo tienes que estar al lado de un tipo que te ha invitado a una copa?». Si has aceptado la bebida, no puedes marcharte sin más. Por regla general tienes que quedarte de pie y hablar con esa persona durante cierto tiempo. «Si un hombre te invita a cenar, ¿cuánto hace falta para que tengas que acostarte con él? Es difícil aceptar un regalo sin que se convierta en un contrato», dice Døving.

Los regalos deben ser recíprocos

Según los investigadores, al aceptar un regalo, también aceptas una deuda que deberás pagar más adelante. Esa reciprocidad puede ser asimétrica, como entre hijos y padres. Los padres dan mucho y no reciben nada directamente a cambio, pero reciben amor de sus hijos y poder sobre ellos.

Algunos dirán que no es un regalo si se espera algo a cambio. Pero según Døving, no hay duda de que esperamos recibir algo a cambio de un regalo que hacemos. «No existen los regalos gratuitos. Los regalos son vinculantes. No hay regalos gratis. Todos los regalos son técnicas de dominación«, afirma.

Un buen ejemplo de ello es el sistema mafioso. El capo hace regalos todo el tiempo, y la deuda que acumulas es tu propia vida.  Cuando hay relaciones asimétricas -en las que sólo una persona tiene recursos para dar mucho-, la persona con menos recursos puede sentir que está cada vez más en deuda.

No aceptar regalos supone, por tanto, ser libre, pero entonces tampoco tienes amigos. En muchas culturas donde la gente es menos transparente, hay que llevar regalos a casi todas partes, dice Arnulf. Hacen regalos todo el tiempo para indicar que están dispuestos a comprometerse con la relación. En otros lugares, más igualitarios, los regalos se convierten en un símbolo de hospitalidad y creatividad.