Un trío de moléculas simples explica cómo la Deinococcus radiodurans desafía niveles de radiación letales para los humanos. ¿Será esta la clave para proteger astronautas en el espacio?
Deinococcus radiodurans, conocida como “Conan la Bacteria”, es un microorganismo legendario por su resistencia a condiciones extremas. Capaz de sobrevivir a radiación 28,000 veces mayor que la letal para humanos, su secreto radica en un antioxidante único compuesto por manganeso, fosfato y un pequeño péptido. Entender este mecanismo podría revolucionar la protección contra la radiación tanto en la Tierra como en misiones espaciales.
Deinococcus radiodurans es un microorganismo que pertenece a un grupo de bacterias extremófilas, conocidas por sobrevivir en condiciones que matarían a la mayoría de los organismos vivos. Esta bacteria es especialmente famosa por su capacidad para resistir radiaciones ionizantes, que son radiaciones con suficiente energía para eliminar electrones de los átomos y causar daños significativos en el ADN. El antioxidante clave en este proceso actúa neutralizando los radicales libres generados por la radiación, evitando así el daño celular.
Los investigadores han descubierto que la increíble resistencia de Deinococcus radiodurans a la radiación se debe a un antioxidante compuesto por tres elementos esenciales: manganeso, fosfato y un pequeño péptido. Este complejo triple forma una barrera protectora que evita que las proteínas y otros componentes celulares sufran daños bajo exposición a radiación extrema. El estudio, liderado por científicos de la Universidad de Northwestern y la Uniformed Services University of the Health Sciences, marca un avance en la comprensión de cómo esta bacteria sobrevive en condiciones letales.
Si Deinococcus existió alguna vez en Marte, podrían haber sobrevivido congelados durante millones de años.
Conocida por su capacidad de resistir más de 140,000 grays de radiación —un nivel que aniquilaría cualquier otro ser vivo—, Deinococcus ha sido estudiada durante décadas. Anteriormente, se demostró que puede sobrevivir en el espacio exterior durante años, y su resistencia se ha vinculado directamente a la cantidad de antioxidantes de manganeso presentes en sus células. Ahora, el nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences desvela cómo este antioxidante funciona a nivel molecular.
El manganeso, combinado con fosfato y un péptido específico llamado DP1, forma un complejo químico que los científicos han bautizado como MDP (del inglés melatonin-derived protective). Este compuesto, inspirado en los mecanismos naturales de Deinococcus, es un antioxidante sintético que ha mostrado ser prometedor en aplicaciones como vacunas inactivadas por radiación y protección frente a riesgos espaciales.
Según el investigador principal, Brian Hoffman, la clave está en cómo estos tres componentes trabajan juntos, superando a las combinaciones más simples de dos elementos. Esta mezcla crea lo que Hoffman denomina la «salsa secreta» de protección radiológica, que podría tener aplicaciones en salud, industria, defensa y exploración espacial.
El impacto de este hallazgo no se limita al espacio exterior. En la Tierra, el antioxidante podría proteger a personas expuestas a accidentes nucleares o procedimientos médicos que impliquen altas dosis de radiación. Además, su costo accesible y baja toxicidad lo convierten en una solución viable para múltiples sectores.
Por otro lado, el estudio también plantea preguntas fascinantes sobre la posibilidad de que otros organismos hayan desarrollado complejos similares para resistir la radiación. Esto abre la puerta a futuras investigaciones sobre cómo adaptar y mejorar estas estrategias naturales para proteger la vida humana en ambientes hostiles.
Astronautas en misiones hacia Marte o más allá enfrentarán altos niveles de radiación cósmica. Con el uso de MDP como suplemento oral, podrían mitigar los riesgos asociados a la exposición prolongada. Como señaló el coinvestigador Michael Daly, «este compuesto no solo es efectivo, sino también práctico y seguro».
El futuro de los antioxidantes inspirados en Deinococcus podría transformar la forma en que afrontamos los retos de la radiación en el espacio y en la Tierra, subrayando una vez más cómo la naturaleza puede ofrecer soluciones inesperadas a los desafíos más complejos de la humanidad.
REFERENCIA
El Volkswagen Passat Variant es más seguro y eficiente que la mayoría de los SUV,…
Los científicos descubren que los rayos cósmicos más potentes se originan en campos magnéticos cerca…
En este avance histórico, dos jóvenes demostraron cómo separar la lógica circular de la trigonometría…
Los nuevos modelos climáticos con IA confirman que superaremos el límite de 1.5 °C ampliamente…
Los árboles son aliados contra el calor urbano, pero un mal uso puede atraparlo y…
La normativa CAFÉ de la Unión Europea para reducir emisiones acelera el lanzamiento de modelos…