A medio camino entre la costa de la isla y las profundidades del océano Atlántico, la Plataforma Oceánica de Canarias, en la isla de Gran Canaria, proporciona datos imprescindibles sobre la salud de los océanos 

Los océanos cubren más del 70% de la superficie de nuestro planeta, y sin embargo, conocemos mejor la Luna que este inmenso ecosistema. Conocer los océanos, estudiar sus aguas y la vida que hay en ellos es vital, porque de ello depende nuestra supervivencia como especie. Bienvenidos a la Plataforma Oceánica de Canarias.

“Canarias siempre ha tenido dentro de su estrategia de especialización inteligente una visión clara hacia el cielo y el mar”, dice José Joaquín Hernández Brito, director del centro. ”Por su naturaleza, Canarias era el lugar adecuado para ser banco de ensayos de tecnologías innovadoras con todo lo relacionado con el medio marino. Porque no solamente era ese aprovechamiento del medio, sino también nuevos materiales, uso de drones y robótica, y la transformación digital de la observación del medio marino”.

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La Plataforma Oceánica de Canarias PLOCAN es, en efecto, un banco de pruebas de tecnologías marinas que ocupa 23 kilómetros cuadrados frente a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Una localización única que a la vez está cerca de la costa y de las grandes profundidades del Océano Atlántico.

Aerogeneradores en el océano

Carlos Barrera, responsable del área de vehículos Autónomos de PLOCAN, lo explica: “Tenemos un banco de ensayos donde el elemento principal o singular es la plataforma, es decir, es un edificio que está en mitad del mar, aunque esté más cerca de costa que en océano abierto”. Esta Instalación Científica y Técnica Singular tiene dos grandes líneas de investigación, como indica Barrera: “Una, todo lo que tiene que ver con energías oceánicas, nuevos dispositivos de generación energética a partir de capacidades de recursos marinos. La eólica es un claro ejemplo. La eólica flotante en concreto, aquí en Canarias, por sus características singulares. Y una segunda línea de actuación que es la observación oceánica. A día de hoy, la tecnología permite observar el océano muy lejos de costa a grandes profundidades de forma remota. Y ahí justamente PLOCAN proporciona infraestructura para ese tipo de observación, como probar nuevas tecnologías de robótica submarina, nueva sensórica, cableado submarino, sistemas de posicionamiento. Es decir, hay toda una amplia gama de tecnologías que requieren probarse primero para llegar a fase comercial y convertirse en productos que usen la comunidad científica y las empresas de forma rutinaria”.

PLOCAN

La energía eólica es una de las grandes esperanzas del mundo para generar energía limpia. La eólica marina colocando aerogeneradores en el océano también es uno de los focos de investigación de PLOCAN y tiene muchas ventajas. “[Los aerogeneradores] se colocan en el océano porque el régimen de viento es más estable, porque se pueden colocar dispositivos de mayor dimensión y desde el punto de vista económico son más rentables, y porque, evidentemente, no interfieren con la actividad humana. También se pueden colocar a grandes distancias de la costa y a grandes profundidades, con lo cual no interaccionan con ecosistemas costeros o ecosistemas de gran valor ecológico. Al final se trata de recrear estructuras flotantes que responden a los mismos principios que cuando se construye un barco o una plataforma de petróleo offshore. Algunas tienen flotabilidad positiva, es decir, que están flotan por su propia estructura y simplemente lo que se hacen es se anclan al fondo con cadenas o con dispositivos de fijación para que no se trasladen del sitio”.

Herández Brito PLOCAN

José Joaquín Hernández Brito

PLOCAN se encuentra al borde de la plataforma continental, lo que es ideal para la observación del océano a diferentes profundidades con los sensores y los robots más avanzados. Combinando estos datos a lo largo del tiempo con las observaciones de satélite, podemos conocer la salud del océano. Nos lo explica el ingeniero Eric Delory: “Ahora el Panel Internacional sobre el Cambio Climático (IPCC) cuando produce sus informes, se basa en nuestros datos porque no hay otros. En un mes dado puede haber más o menos acidez en el océano, pero el mes siguiente puede ir bajando y volviendo a subir. Pero lo que importa realmente es la tendencia, la media. Esto se ha podido demostrar gracias a la duración de esta serie temporal. Estamos hablando de décimas de pH a lo largo de 20 años. Parece muy poco, pero realmente afecta al ecosistema, en particular a la supervivencia de algunas especies que necesitan una acidez muy estable para desarrollarse”.

El desconocido fondo oceánico

José Joaquín Hernández insiste en la importancia de estas mediciones: “Tenemos que tener en cuenta que el planeta es uno solo. El océano es más del 70% de la superficie terrestre y tiene una profundidad media de cuatro kilómetros, con lo cual tenemos una estructura tridimensional en la que se está produciendo una gran cantidad de biomasa. Es un medio prácticamente desconocido, porque solo el 5% se ha estudiado en profundidad”.

PLOCAN robots

Uno de los robots autónomos de exploración de superficie.

Al desconocimiento se une una depredación de las aguas oceánicas sin precedentes: “Hay una explotación salvaje de ese océano, sobre todo fuera de la de los controles de las aguas territoriales, que causan un daño irreparable. Muchas veces es un océano sin ley, sin control y sin vigilancia, donde se produce sobrepesca de los recursos y vertidos. Vivimos en un planeta único que es nuestro nuestro soporte vital, no tenemos otro que el que nos proporciona este medio, donde el océano tiene un papel fundamental. Cuando se deteriore ese sistema, los cambios que se van a producir son por completo imprevistos, es decir, estamos evolucionando hacia un sistema que no conocemos”, lamenta Hernández Brito.

Anteriormente, para medir el estado del mar se empleaban buques oceánicos con sondas, pero no era fácil llegar a grandes profundidades ni medir durante mucho tiempo. PLOCAN dispone de una flota de robots submarinos que pueden hacer este trabajo y que seguramente habrían dejado en paro al famoso comandante Cousteau.

“Bueno, no en paro total, pero en fin, buena parte del trabajo que él y su equipo hacían en aquellos vídeos que quienes tenemos una cierta edad hemos visto, evidentemente sí”, bromea Carlos Barrera. “Los buceadores, por ejemplo, tienen una limitación que es la profundidad. La normativa permite hacer un buceo científico hasta los 40 metros, después la cosa se complica. Necesitamos hacer una observación mucho más sostenida en el tiempo en diferentes zonas entre las cuales también se incluye el océano abierto, muy lejos de costa. Eso no es siempre posible con un buceador o manteniendo grandes tripulaciones científicas durante meses”.

En el laboratorio de PLOCAN, en la costa, podemos ver los robots con forma de torpedo que están durante meses en las profundidades del océano analizando datos, desde la temperatura hasta las distintas especies de plancton. Además, estos otros robots que funcionan como barcos autónomos permiten hacer observaciones en la superficie.

PLOCAN robots

Uno de los robots submarinos autónomos «glider» de PLOCAN.

“Operamos dos grandes familias de vehículos no tripulados”, aclara Barrera. “Los que denominamos perfiladores (gliders), que tienen forma torpédica, se propulsan con un sistema algo curioso, basado en el concepto de pez, es decir, una vejiga natatoria que hinchan y deshinchan para variar su flotabilidad. Gracias a unas alas y a un trasvase de pesos para inclinarse hacia abajo o hacia arriba en la columna de agua, pueden propulsarse y hacer perfiles ondulantes en zigzag desde la superficie hasta la profundidad deseada. Con este tipo de dispositivos hemos hecho ya algunas misiones con las cuales hemos cruzado el Atlántico”.

PLOCAN

Uno de los gliders de PLOCAN con su «vejiga natatoria».

Un solo planeta, un solo océano

Los continentes de la Tierra están separados, pero todos los océanos están conectados y comunicados, y lo que ocurre en un lado del mundo afecta al resto del planeta. Gracias a las investigaciones de centros como PLOCAN, podemos aprender a conservar los recursos que el océano nos ofrece. “El avance que se está produciendo es obtener grandes cantidades de datos a través de plataformas como satélites, vehículos no tripulados, e incluso sensores que se están colocando en animales. Es la Internet de las cosas o el océano digital, que nos permite entender mucho mejor el comportamiento de los animales, procesos como el transporte del carbono o los ciclos biogeoquímicos, de una forma que antes no podíamos”, explica Hernández Brito. “En la medida que tenemos más datos podemos entender mejor cómo hacer un uso más sostenible de energías renovables o los recursos pesqueros, o la explotación de elementos relacionados con la biotecnología o con la minería submarina”.

PLOCAN

El aprovechamiento de los recursos que nos ofrece el océano no siempre tiene que suponer su destrucción, como aclara el director de PLOCAN: “Yo creo que tenemos que evolucionar para desacoplar uso del medio con creación de impacto. El uso del medio puede crear también un impacto positivo, un beneficio. Debe crearlo. Por ejemplo, si la eólica offshore está produciendo daños sobre la pesca, a lo mejor resulta que es una ocasión para crear determinadas reservas pesqueras, y al mismo tiempo que obtienes energía, se puedan recuperar los alevines, o se prohíban determinados usos pesqueros. También se está mejorando la calidad del medio y facilitando que determinadas estructuras sean arrecifes artificiales donde se pueda generar la vida. El cambio que tenemos que hacer es pensar en cómo podemos usar el medio dejándolo en un estado mejor del que lo encontramos”, concluye Hernández Brito.

Las tecnologías desarrolladas en PLOCAN no sólo nos ayudarán a mitigar los efectos del cambio climático, sino que tienen aplicaciones que ni siquiera imaginamos tanto cerca de nosotros como muy lejos en el espacio. Un ejemplo es la reciente erupción del volcán de La Palma. “Es un fenómeno natural que ha afectado a la Tierra principalmente, pero las coladas llegaron al mar y eso tuvo un efecto. Ahí, por ejemplo, hemos usado robótica por la seguridad, en una zona acotada donde no se podía acceder por razones obvias. Desplegamos una serie de vehículos autónomos y pudimos recabar datos de gran valor. El hecho de poder haber estado aportando nuestras capacidades y sobre todo en beneficio de la toma de decisiones, lo ha hecho un proyecto singular sin ningún tipo de duda”.

PLOCAN

El ingeniero Eric Delory ve una aplicación de los robots de PLOCAN en el espacio lejano: “Estas tecnologías permitirán ayudar a la exploración espacial en el futuro. El océano es un ambiente extremo y que requiere mucha automatización, y puede ser un buen banco de pruebas para desarrollar los futuros robots que irán a los mares de los planetas del sistema solar”.

Se trata de una línea de investigación fascinante y llena de desafíos, como corrobora Barrera: “No nos aburrimos, y eso va también en el perfil de las personas que trabajamos aquí. Trabajar en la innovación en la ciencia, con técnicas que muchas veces no están consolidadas, te genera retos nuevos”.

No hay límite a lo que podemos aprender sobre los océanos. Pero por encima de todo, este gigante de la ciencia de Canarias nos enseña a cuidar mejor de nuestro planeta, una necesidad acuciante. Según Hernández Brito, “los tratados internacionales que tratan mitigar procesos como la acidificación oceánica no están cumpliendo su objetivo. Seguimos incrementando las emisiones y cuando vayamos a tomar medidas serias, pues quizás lleguemos tarde y hayamos pasado esos puntos de no retorno donde no va a ser posible llegar a los equilibrios que ahora mismo tenemos”.

Para Hernández, la clave está en que la humanidad entienda el papel de los océanos en la vida en el planeta: “Si la población no está concienciada de que lo que ocurra en zonas remotas o que no están justo en sus costas le están afectando a ellos mismos, a sus hijos, mientras no haya esa conciencia global, va a ser muy difícil actuar”, afirma. “Tenemos que ser conscientes de que vamos hacia un planeta con fluctuaciones climáticas muchísimo más grandes que las que tenemos ahora mismo y tendremos que tomar decisiones acerca de si actuamos haciendo algún tipo de ingeniería planetaria, o si no actuamos, y cómo y dónde actuamos. Tendremos que ponernos de acuerdo para gestionar este planeta único en el que todos vivimos”.

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