El mundo del automóvil le debe mucho a la británica Dorothy Levitt: el invento del retrovisor.

Dorothy Levitt fue una pionera del automovilismo femenino y la primera mujer en ganar una carrera de coches en 1903. Una de sus ventajas competitivas se basaba en utilizar el espejo de una polvera de plata para ver a qué distancia le seguían sus rivales.

Los espejos retrovisores no se habían inventado aún, lo que obligaba a girar la cabeza para comprobar el tráfico trasero. Hoy suena arriesgado, pero a principios del siglo XX las posibilidades de que un automóvil te adelantara eran casi inexistentes debido a las pocas unidades que había.

Otra cosa era el mundo de la competición. Ahí el riesgo era mayor y controlar a los adversarios que se acercaban por la retaguardia terminaba siendo una de las claves para determinar una u otra estrategia en carrera.

Biplazas con sentido

Los coches del momento eran rudimentarios e inseguros y biplazas. El tener dos asientos permitía llevar un copiloto-mecánico capaz de reparar las averías sobre la marcha y, de paso, vigilar si se acercaba un contrincante.

Levitt, sin embargo, corría sola. Se estudió a fondo los secretos la competición y del coche que conducía, un De Dion-Bouton. El automóvil estaba realizado por un antiguo fabricante francés de coches que vio en Levitt la oportunidad de llamar la atención del mercado poniendo a una mujer al volante de uno de sus automóviles de carreras. Y fue esta desventaja competitiva de Levitt, la de no contar con un copiloto, la que determinó que agudizara su ingenio y recurriera a su polvera para controlar a sus seguidores. Por cierto, polvera que le regaló Camille du Gast, una corredora francesa.

Los copilotos se quedaron sin trabajo

La misión de la figura del copiloto-mecánico en carrera duró poco. En 1910, para aligerar el peso de los vehículos, los coches de competición pasaron a ser monoplazas. Los pilotos ya no contaban con la inestimable ayuda de su mecánico para avisarle de la posición de sus competidores. Nació el espejo retrovisor tal como lo conocemos hoy, aunque vibraba tanto que casi no se veían las imágenes que en él se reflejaban.

Poco a poco los retrovisores se fueron mejorando y sofisticando, con oscurecimiento progresivo del cristal, diferentes posiciones… Últimamente, en lugar de espejos son pantallas que recogen las imágenes de lo que va pasando por los laterales del coche, como ocurre en el Audi e-Tron, el Honda e y el Hyundai Tucson. Pero todos ellos tienen su origen en la habilidad de una mujer para poder ganar gracias a su polvera de plata.