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Hedy Lamarr, la actriz a la que le debes el GPS de tu coche

Así fue como a Hedy Lamarr, el bellezón del cine de los años 30, sentó las bases del GPS de los automóviles

A pocos les sonará el nombre de Hedwig Eva Maria Kiesler (1941-2000), la inventora del GPS, pero sí el de Hedy Lamarr la actriz que protagonizó Sansón y Dalila de Cecil B. DeMille, uno de esos inolvidables largometrajes de la historia del cine. Hedy Lamarr, que cambió su apellido por el de Lamarr en honor a la actriz de cine mudo Barbara La Marr, compaginó su vida en el mundo del celuloide con descubrimientos en el campo de la ingeniería. Sus trabajos, revolucionarios en su momento, sentaron las bases de tecnologías que hoy usamos a diario como el Bluetooth, el WiFi o el GPS.

Hedy Lamarr fue considerada durante muchos años la mujer más bella del mundo, una actriz que deslumbraba al público en las grandes producciones de la conocida como «era dorada» de la Metro-Goldwyn-Mayer. En la década de los 30 y los 40 compartió cartel con actores de la talla de Clark Gable, Jimmy Stewart, y Spencer Tracy y se convirtió en mito erótico tras protagonizar el primer desnudo de la historia del cine comercial con 18 años. La película Éxtasis de Gustav Machatý (1934) es el testigo de aquel atrevimiento que escandalizó a la Mostra.

«De mayor quiero ser ingeniera»

Lamarr empezó sus estudios de ingeniería a los 16 años, pero tres años más tarde, en 1933, los abandonó atraída para dar rienda a su vena artística. Sus primeras actuaciones tuvieron lugar en el teatro berlinés como alumna del director Max Reinhardt. Ahi empezó una vida de éxitos cinematográficos que dejaron apartada su carrera técnica.

No ocurrió lo mismo con su vida personal. Se casó con el fabricante de armas austriaco Fritz Mandl, 30 años mayor que ella y proveedor de armas y municiones de los regímenes fascistas de Alemania e Italia, además de ser amigo de Hitler y Mussolini. Los celos de su marido la apartaron temporalmente del cine y la recluyeron en su casa bajo un estricto control. Lamarr tuvo que abandonar su incipiente carrera cinematográfica, y cualquier otro tipo de actividad que no fuera la de ser esposa de Mandl.

La presión terminó provocando la huida de Lamarr de la vivienda conyugal. Ha habido muchas leyendas de cómo lo hizo, pero en su autobiografía explica que administró un somnífero a su asistenta y que salió de la casa disfrazada de ella. Así pudo llegar a la estación de tren, viajar hasta París y de ahí a Londres, donde contactó con el empresario de la Metro Goldwyn Mayer.

Una provocación en forma de guerra

Pero para alguien como Hedy Lamarr que llevaba el gusanillo de la ingeniería en las venas, el estallido de la segunda guerra mundial suponía toda una provocación porque tenía un talento innato para las matemáticas y la física y una enorme creatividad para resolver problemas complejos.

Fue ella, por ejemplo, la que dio a Howard Hughes -gran amigo y amante- la idea de evolucionar el diseño de las alas de los aviones, añadiendo curvas y una forma más aerodinámica inspirada en el cuerpo de los peces y las aves.

Lamarr trabajó en ideas tan dispares como nuevas señales de tráfico o pastillas para transformar el agua en refrescos, pero su invento más importante fue un sistema secreto de comunicaciones.

Hedy sabía que los gobiernos se resistían a la fabricación de un misil teledirigido por miedo a que las señales de control fueran interceptadas o interferidas fácilmente por el enemigo. La solución se le ocurrió hablando con su vecino el compositor George Antheil. Ahí, entre problemas de la comunidad, le surgió la idea de un sistema que cambiaba constantemente la frecuencia entre emisor y receptor. Junto a a su vecino creó también un mecanismo patentado en 1942 para construir torpedos teledirigidos por radio que no pudieran detectar los enemigos.

 

Satélite GPS III

Todo por la causa

Judía secularizada y víctima de un exmarido nazi, puso todos estos conocimientos a disposición del gobierno de los Estados Unidos, pero los responsables del ejército concluyeron que el invento resultaba demasiado voluminoso como para ser práctico.

Lamarr se había adelantado a su época. El dispositivo actualizado y en un tamaño más compacto se usó finalmente en 1962 durante la Crisis de los Misiles en Cuba.

La idea de Lamarr de usar frecuencias siempre cambiantes para evitar interferencias ha terminado siendo una pieza clave en las conexiones GPS, Bluetooth y WiFi en el automóvil.

Como en otros casos, el reconocimiento le llegó tarde. Recibió el Premio Pioneer de la Electronic Frontier Foundation en 1997. Lamarr vivía entonces recluida en su casa de Florida. Faltaban apenas tres años para su muerte. La actriz y creadora de las bases del GPS rechazó acudir a la entrega del premio. En su lugar, envió una grabación de agradecimiento. Lo que no sabemos es si la mandó utilizando frecuencias siempre cambiantes para enviar interferencias o utilizó un mensajero, como hacíamos todos hace veinte años.

MG

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