El último eléctrico de Volvo, el C40 Recharge, se venderá solo a través de internet. Es un SUV cupé con dos maleteros y posibilidad de tracción delantera o integral.

Hace tiempo que Volvo abandonó su imagen de vendedor de antiguallas para convertirse en una marca vanguardista. Decisivo en este cambio fue su incorporación al grupo chino Geely en 2010. Desde entonces, mucho han cambiado las cosas en la marca de origen sueco. Y más que lo harán. No solo porque el Volvo C40 Recharge se vende exclusivamente a través de la red, sino porque es, tras el XC40, el segundo eléctrico que la marca pone en el mercado. Tras él llegarán otros modelos también eléctricos a razón de uno por año de aquí a 2025. El siguiente, el sustituto del XC90, antes de diciembre, aunque probablemente no se llamará así.

Una base sólida

El Volvo C40 está construido sobre la plataforma Volvo CMA, que se estrenó en 2017 con el Volvo XC40 PHEV. Lo bueno en este caso es que el C40 nació directamente como eléctrico, sin las servidumbres de tener que encajar propulsores de gasolina o diésel en su estructura. Eso quiere decir que queda mucho espacio libre porque un motor eléctrico ocupa muy poco, apenas lo que una caja de cambios. Por eso el Volvo C40 se ha permitido el lujo de ofrecer dos maleteros, uno delante pequeño de 31 litros y otro atrás de 413.

Sí, es un SUV, pero…

Volvo no ha podido dar la espalda a lo que quieren los consumidores. Y eso no es otra cosa que SUVs. El inconveniente es que son menos eficientes en términos aerodinámicos y por tanto su consumo es mayor. Lo que Volvo ha hecho para satisfacer a sus clientes es reducir la altura de la carrocería en 69 mm respecto al XC40, pero manteniendo elevada la posición de conducción. A eso le ha añadido una línea descendente tipo cupé con dos pequeños spoilers a continuación del techo y los ingredientes típicos de los últimos modelos, como los faros delanteros que ellos asocian al martillo de Thor por su singular forma. En total, 440 cm de longitud coronados en todas las versiones por un techo solar que siempre va enmarcado en negro y unos grupos ópticos traseros que recuerdan en trazo rápido.

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Esto no es cuestión de piel

La apuesta por reducir las emisiones no solo se traduce en la apuesta de Volvo por la electromovilidad. En el interior, han dicho adiós a la piel de ternera para tapizar sus asientos. Pero no solo en el C40 Recharge, sino en todos los modelos que lancen a partir de ahora. Lo mismo pasa con las esterillas, realizadas en materiales biodegradables y otros detalles que persiguen que la marca se convierta en una empresa completamente circular antes de 2040.

Mientras tanto, ofrecen estímulos para que la vida a bordo sea como un videojuego. Entre ellos, las habituales pantallas de la casa de 9″ en el caso del cuadro de instrumentación y de 12″ para el sistema de infoentretenimiento, además de diferentes funciones y ajustes del vehículo. Entre las más destacables está el Google Digital Service integrado, la posibilidad de optimizar el consumo de la batería, o la activación de la función One Pedal Drive, que aumenta la capacidad de retención en las frenadas para recargar las baterías.

Muchos de los sistemas se pueden actualizar en remoto, sin necesidad de que el consumidor acuda a un concesionario. Volvo tiene previsto incluso mejorar la autonomía gracias a estas actualizaciones «over the air». Tiene sentido, teniendo en cuenta que para vender el coche tampoco se basarán en su red física comercial.

 

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Hay donde elegir

El Volvo C40 estará disponible con dos opciones mecánicas. La primera equipa un motor de 231 CV, tracción delantera y una autonomía de 438 km. Los que quieran tracción a las cuatro ruedas podrán inclinarse por una versión con dos propulsores eléctricos que entrega en total 408 caballos y alcanza una autonomía de 451 km. En el primer caso lleva una batería de 69 kW y en el segundo, una de 78 kW, y los consumos, yendo tranquila, están entre los 18 y los 20 kW/h.

Los precios parten de los 48.884 euros, pero incluyen el mantenimiento durante tres años o 100.000 kilómetros y el seguro con franquicia de 300 euros, si el coche se repara en un taller no oficial, y de 150, si se lleva a la red.