La técnica denominada “top kill” no ha funcionado, y el pozo siniestrado sigue vertiendo crudo al Golfo de México, tal y como se puede comprobar por las imágenes de la videocámara de la responsable del accidente, British Petroleum (BP).
La empresa, que ya ha gastado 940 millones de dólares en las operaciones para controlar el desastre, va a intentar más sistemas ante los fracasos anteriores. Ahora probará serrar con submarinos robot la tubería rota de la que brota el crudo. Posteriormente, la idea es cubrirlo con un gigantesco embudo, fabricado específicamente para ello, para hacer llegar el petróleo a barcos en la superficie.
No obstante, una operación similar ya se intentó hace unas semanas en varias ocasiones sin éxito. A pesar de ello, los responsables de la petrolera aseguran que han aprendido de los errores. Según sus previsiones, el sistema podría estar instalado en cuatro días.
Si los métodos intentados siguen sin dar buenos resultados, el único sistema que logrará contener el vertido es la utilización de dos pozos alternativos que se están perforando mientras tanto. Estos nuevos pozos interceptarían el escape e inyectarían un fluido más pesado que el petróleo que sellaría definitivamente la fuga.
El problema es que si se llega a este último remedio habrán pasado al menos dos meses más de escapes, y se podría llegar a un vertido de unos 370 millones de litros de crudo. Según las estimaciones del gobierno estadounidense, el petróleo sigue brotando a un ritmo diario de entre 1,9 y 3,7 millones de litros. La administración de Obama calcula que desde el inicio del desastre se han vertido entre 76 y 150 millones de litros de crudo. Sin embargo, muchos científicos aseguran que las cifras podrían ser mucho mayores.
Redacción QUO