Volar nunca ha sido fácil. Por eso, las primeras especies de aves que se elevaron del suelo no pasaron mucho más allá del planeo. A esa conclusión ha llegado un equipo dirigido por Robert Nudds, de la Universidad de Manchester (Reino Unido), tras estudiar detenidamente los fósiles que han llegado hasta nosotros del Archaeopteryx, que vivió hace unos 140 millones de años, y del Confuciusornis, unos 40 millones de años más joven.

La clave está en sus plumas. Para poder sujetar el peso del cuerpo en acrobacias aéreas más elaboradas, el cañón de las mismas (esa varilla con la que se insertan en la piel) tiene que ser muy robusto. Sin embargo, en estas especies ancestrales esas estructuras eran bastante más finas que en las aves modernas. Eso hace pensar que no batían las alas, sino que se limitaban a abrirlas para dejarse caer planeando desde lugares elevados. Pero por algo tenían que empezar.

Pilar Gil Villar