Entre casi todos los cuadrúpedos, las extremidades posteriores son las que más influyen en el avance, porque sus masas musculares actúan sobre las llamadas “palancas óseas” apoyadas en el suelo, y estas, a su vez, transmiten sus esfuerzos a la columna vertebral.
En el galgo, en especial, estos desplazamientos son extremadamente veloces y bruscos gracias a la potencia y rapidez de contracción de sus músculos. Pero su estructura se resentiría si la cabeza, el cuello y la cola no se ocuparan de regular el equilibrio y la propulsión, desplazando el centro de gravedad. Y ese es otro de sus secretos.
La cabeza está unida al cuello formando un ángulo recto que favorece los movimientos de esta y los de la espalda. Eso permite que con una pequeña inclinación a la derecha, a la izquierda, hacia arriba o hacia abajo, cambie rápidamente el centro de gravedad; y esto le dota de una agilidad pasmosa. El rabo, por su parte, es una ayuda a la hora de equilibrar al perro, además de ayudar a las ondulaciones de la columna vertebral al acelerar y frenar. Se dice que el galgo español es el mejor cazador de liebres.
Enviada por Sonia Bergmann, Alcalá de Henares (Madrid)
Redacción QUO
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