Después del boom del aguacate y la quinoa, el kale llegó a nuestras cocinas como uno de los mejores ingredientes de una dieta saludable. El kale, más conocido como col rizada, contiene más hierro que la carne de vacuno y más calcio que la leche de vaca. Su alto contenido en vitaminas, minerales y fitonutrientes estimulantes del cerebro han hecho de esta verdura de color verde frondoso uno de los superalimentos más preciados. Un solo vaso cubre más del 200% de las necesidades diarias de vitamina A y casi el 700% de vitamina K. También se le atribuyen propiedades anticancerígenas. Además, su cultivo es sencillo y barato. Crece incluso en pequeñas parcelas de tierra y jardines particulares. ¿Dónde está entonces su lado oscuro?

Riesgo para la función tiroidea

El primer recelo llega de un informe del Instituto Linus Pauling de la Universidad de Oregón (EE.UU.), que dice que una ingesta muy elevada de crucíferos está asociada a efectos adversos en la función tiroidea. El kale contiene progoitrina, un producto bioquímico de la familia del glucosinolato que se encuentra en algunos alimentos. Está inactivo, pero después de la ingestión se convierte en goitrina, disminuyendo la producción de hormona tiroidea y bloqueando el yodo que el tiroides necesita para funcionar. Esto podría llevar, a su vez, a alterar los niveles de azúcar en sangre y el peso.

Habría que tomar una cantidad excesiva de col rizada para experimentar estos efectos negativos, pero los autores del informe aconsejan consultar con un médico ante cualquier duda o cuando el consumidor ya padece hipotiroidismo.

En la lista sucia

Otra de las precauciones que exige el consumo de kale es su higiene. Su presencia en la guía de productos con residuos de pesticidas, como uno de los tres alimentos más contaminados (junto a las fresas y la espinaca), lo ponen de nuevo bajo sospecha. La lista ha sido difundida por el Enviornment Woking Group (EWG), una organización del medio ambiente sin fines de lucro que publica todos los años un informe de los productos con las concentraciones más altas y más bajas de pesticidas. Se basa en información del Departamento de Agricultura. Más del 90% de las muestras de fresas, manzanas, cerezas, espinaca, nectarinas y kale tenían dos o más tipos de residuos.

Marian Benito