Sí. Hay algunas especies cuyo aspecto no les sirve de camuflaje o defensa, y por eso optan por añadirse elementos. Por ejemplo, la chinche asesina de termitas adhiere a su cuerpo excrementos hasta formar una coraza informe. Así, pasa inadvertida por su forma y por su olor, y se cuela en el termitero. O el molusco Xenophora pallidula, caracola que incorpora y suelda grandes conchas vacías, piedrecitas y toda clase de materiales a su propia carcasa.
Según va haciéndose más grande, suelda piezas cada vez mayores y puntiagudas, que orienta como puñales hacia fuera. También hay cangrejos ermitaños que visten sus casas ocupadas con anémonas que recogen con sus pinzas, y las obligan a vivir sobre ellos como modo de camuflaje y defensa, ya que estas últimas son venenosas por contacto. Quizá el caso más curioso sea el de los erizos marinosSphaerechinus granularis, que clavan en sus púas algas vivas, mejillones, caracoles…, que encuentran en su recorrido, cosa que les sirve de camuflaje y los convierte casi en jardines y zoológicos ambulantes.
Enviada por Gonzalo Delgado, Las Rozas (Madrid)
Redacción QUO