Para hacer estos experimentos les colocaron sobre una cinta de entrenamiento y observaron su reacción. En un principio, pensaron que la postura erguida podría ahorrarles energía o poporcionarles mayor velocidad. Pero los resultados probaron lo contrario: despegarse del suelo disminuía su aguante y no les hacía correr más rápido. Lo que sí afectaba directamente al bipedalismo era la aceleración. Cuando esta alcanza una determinada intensidad, el centro de masas del lagarto se desplaza hacia atrás, provocando que el animal realice un caballito en plan motero. Sin embargo, en el artículo publicado en el Journal of Experimental Biology, Clemente reconoce no saber cómo puede beneficiar al reptil esa pirueta.
Redacción QUO
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