Las «tormentas eléctricas de nieve» son un extraño fenómeno atmosférico. Se suelen presentar de forma silenciosa, con la caída de suaves copos, al igual que cualquier otra tormenta. Pero a continuación desatan poderosos y ruidosos truenos de forma inesperada. Un equipo de la NASA ha tenido la “suerte” de que una de estas tormentas cayera sobre el Centro Nacional de Tecnología y Ciencias del Espacio (NSSTC, por su sigla en idioma inglés) en el que trabajan y lo han podido estudiar.

Según un testigo ocular, Steve Coulter, «fue como si un mago hubiese estado lanzando relámpagos detrás de una enorme cortina blanca. Los destellos de luz, enmudecidos detrás de una capa de nubes bajas y espesas, brillaban con un color azul-púrpura, como el de la luz cuando pasa a través de un prisma. Y luego los truenos retumbaban con un sonido bajo y grave. Esta fue una de las experiencias más hermosas que he vivido«.

Los científicos del NSSTC, dirigidos por Walt Petersen y Kevin Knupp, pudieron monitorizar la tormenta gracias a sus redes de detectores de relámpagos y radares de control. Según Petersen, “rara vez tienes relámpagos durante una tormenta de nieve. Pero, en este caso, algunas condiciones especiales provocaron que eso sucediera. Al ser levantado el aire húmedo desde el fondo de la tormenta, se originó nieve y hielo rápidamente. Parte de la nieve incluso formó pequeñas bolitas llamadas ‘nieve granulosa‘”.

El equipo de Petersen y Knupp explica cómo los copos de nieve y las bolitas de hielo de varios tamaños ascendieron a diferentes velocidades y comenzaron a intercambiar cargas eléctricas. Los investigadores reconocen que todavía no se entiende muy bien el proceso, pero creen que podría ser el resultado de la fricción entre dos partículas al frotarse entre sí (como las medias de lana sobre una alfombra). A medida que la nube se cargaba, comenzaba a actuar menos como una tormenta de nieve común y corriente y más como una tormenta eléctrica de verano.

Además, la tormenta de nieve estaba acompañada de una “masiva montaña rusa de aire”, lo que se conoce como ondas de gravedad. Estas ondas son parecidas a las olas del océano, pero se desplazan a través del aire en forma de onda en lugar de hacerlo a través del agua. Knupp piensa que el movimiento periodico hacia arriba y hacia abajo de las ondas creó variaciones en las corrientes ascendentes responsables de la voluminosa caída de nieve, causando así la separación de las cargas, lo que generó los relámpagos.

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Redacción QUO