La organización Fuck for forest es pionera en su campo, aunque el invento se refiere a la actividad más antigua de la humanidad: el sexo, fusionado con ecología, eso sí. Fuck for forest, fundada por Tommy Hol y Leona Johansson, se definen en su página web como una «asociación erótica y ecológica sin ánimo de lucro».

La pareja de noruegos, amantes del amor libre y de las convivencias en la naturaleza, crearon este proyecto en el que pudieran confluir ambas causas. «¡Salvar el planeta es sexy! ¿Por qué no excitarse por una buena causa?», argumentan sus promotores para BBC, y es que aunque ambos mundos parezcan distanciados, nada más lejos de la realidad. Según Tommy Hol todo está relacionado, «liberar nuestras mentes, estar más en contacto con la naturaleza, con nosotros mismos y con el planeta».

Pero aunque en un principio pudiera sonar a broma, desde que nacieron en el año 2000 han recaudado más de 240.000 € (en el último año más de 160.0000 €) y 1.300 activistas repartidos por nuestro planeta. ¿La fuente de su éxito? Su página web, en la que internautas de todo el mundo contribuyen con su causa, pagando para ver los contenidos alojados en su web: vídeos y fotos de sexo mucho más que explícito, donde sus escenarios son los espacios naturales. También solicitan a aquellos usuarios más atrevidos que les donen material audiovisual propio para que sean publicados en en su espacio web. Aunque parezca mentira, miles de personas han remitido ya sus fotos a Fuck for forest. El dinero recaudado es donado a varias comunidades situadas en Brasil, Costa Rica, Eslovaquia o Ecuador.

Tras nacer en el año 2000, no pegarían el campanazo hasta cuatro años después, cuando saltaron a la escena pública durante un concierto de rock en Noruega, donde la pareja formada por Leona y Tommy copularon en vivo en el escenario.

Porno ecológico

A pesar de la original y novedosa propuesta, a algunas asociaciones ecológicas les está costando aceptarlo y se niegan a aceptar las donaciones procedentes de Fuck for Forest. Una de las que se negó a aceptar este dinero fue el propio Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), su argumento, según explicaron para BBC fue el siguiente: «Les dijimos que no, gracias. Estamos a favor del amor y la biología, pero no nos gustó esta versión y no queremos estar asociados a ella», y añaden: «procuramos no aceptar dinero de los negocios o empresas que tienen actividades dentro de la industria de armas y material de guerra, el alcohol, el tabaco, la pornografía y la explotación de combustibles fósiles».

A pesar de que destacan que son unos agradables vecinos, la organización Arbofilia (Costa Rica) también ha empezado a alejarse de la propuesta de FFF a pesar, de que en un principio, apoyó el proyecto. Las razones, según explica su presidente Miguel Soto, es que comprometía su imagen como consultoría: «al principio pensamos que era un movimiento espiritual, con principios ancestrales, que reivindicaba el sexo y el amor libre, pero luego nos dimos cuenta de que era porno ordinario».

Y es que la iniciativa, englobada bajo «porno ecológico» está generando controversia. No obstante, el debate ecológico aflora junto a la conciencia medioambiental, ambas indispensables para que pioneras, originales y efectivas investigaciones y proyectos salgan a la luz, con el fin que han acuñado de nuevo Leona y Tommy: salvar el planeta.

Redacción QUO