Por si una cena con velas no era lo suficientemente romántica, ahora los científicos de la universidad escocesa de St. Andrews han descubierto que la llama incandescente de una vela contiene aproximadamente 1,5 millones de diamantes. Una cena romántica… multimillonaria.
Pero no os hagáis ilusiones y que los ojos no os hagan chiribitas, pues obtener esos diamantes no es nada fácil: las joyas son tan diminutas que 300.000 de ellas cabrían en la cabeza de un alfiler. Desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. Por ello, la apuesta de los científicos ahora es encontrar la forma para evitar que estos diamantes se evaporen en el aire. ¿Os imagináis poder crear diamantes de la nada?, aunque esto podría ocasionar que el diamante como joya disminuyerá su valor, recordemos que la piedra preciosa favorita de la Marilyn tiene otras muchas aplicaciones además de la de «enamorar»: el mineral sirve también para elaborar, por ejemplo, prótesis de cadera y diverso material quirúrgico.
El hallazgo fue realizado por el profesor de Química de St. Andrews, Wuzong Zhou: «Un compañero me comentó que nadie sabía de qué estaba compuesta la llama de una vela. Yo le contesté que estaba seguro de que la ciencia era capaz de explicar cualquier cosa con el tiempo y eso me llevo a hacer todo lo posible por descubrirlo». Gracias a un filtro ideado por el propio Zhou, extrajo partículas del centro de la llama, donde la temperatura asciende a 1400 Cº, y las analizó. Para sorpresa del expectante Profesor Zhou, descubrió que el carbón formado en la cera de la superficie de la vela crea cuatro de los cinco estados alotrópicos del carbono (grafito, fullerenos, diamante, nanotubos y carbinos). Este resultado fue completamente inesperado, ya que «normalmente cada una de los estados del carbono se crean en distintas circunstancias» afirmó Zhou.
El descubrimiento ya se había pasado por la cabeza de Michael Faraday, padre de la electricidad, hace más de 150 años. En una conferencia en Londres sobre la evolución química de la vela en Londres (1860) en la prestigiosa Royal Society sobre las maravillas de la ciencia, le dijo a su audiencia que las velas «tienen la belleza resplandeciente del oro o la plata, y un brillo que supera a joyas como el rubí y el diamante. Aún así, ninguna de estas piedras puede rivalizar con la brillantez y la belleza de una llama».
Quizás, de conseguirse extraer de las llamas el mineral, esto pueda ayudar también a que la guerra del diamante deje de desangrar a África.
Redacción QUO