Un análisis realizado en 180 países descubrió que los productos de madera, todo el papel, madera, muebles y más, a nivel global produjeron 335 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2015, de los cuales 71 millones de toneladas no se contabilizaron según las normas actuales de las Naciones Unidas. La captura de carbono de los productos de madera podría aumentar más de 100 millones de toneladas para 2030, dependiendo del nivel de crecimiento económico mundial.

Los resultados brindan a los países la primera visión coherente de cómo sus industrias madereras podrían compensar sus emisiones de carbono a medida que las naciones buscan formas de mantener el cambio climático manejable mediante la reducción de las emisiones.

Sin embargo, la nueva investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, también destaca cómo los productos de madera representan solo una pequeña fracción de las compensaciones necesarias. Los productos de madera del mundo compensan solo el 1 por ciento de las emisiones globales.

“Los países están buscando estrategias de emisiones negativas netas – señala el líder del estudio, Craig Johnston –. Por lo tanto, no se trata solo de reducir nuestras emisiones, sino de buscar estrategias que puedan tener un potencial de almacenamiento, y los productos de madera son una de esas opciones. Es bueno porque puede buscar opciones que no obstaculicen el crecimiento. La pregunta es, ¿podemos seguir consumiendo productos de madera y tener los beneficios del cambio climático asociados con ese consumo?”.

Aunque la producción de productos de madera en 2015 compensó menos del 1% de las emisiones globales de carbono, la proporción fue mucho mayor para un puñado de países con grandes industrias madereras. Suecia, por ejemplo, compensó el 9% de las emisiones de carbono del país ese año, lo que representó el 72% de las emisiones de fuentes industriales ese año.

Pero para la mayoría de los países, incluidos los EE. UU y muchos otros de Europa, los productos de madera mitigaron una fracción mucho menor de las emisiones totales en 2015, y se espera que esta proporción no se incremente significativamente hasta el 2065, según el equipo de Johnston.

Juan Scaliter