Hasta un 80% de las hembras de monos geladas que están preñadas cuando un macho externo al grupo se erige en líder del mismo interrumpen su gestación, según publica en Science Express un equipo encabezado por Eila Roberts, de la Universidad de Michigan (EEUU). Este comportamiento, conocido como efecto Bruce, se había observado en roedores y caballos en cautividad, pero nunca en el entorno natural.
Los geladas viven en grupos compuestos por hasta doce hembras emparentadas por línea materna y un macho líder de la manada, que puede reproducirse con todas ellas. Los descendientes hembra se quedan en el grupo y los machos lo abandonan al llegar a la edad adulta. Tras independizarse suelen unirse a otras bandas de solteros. Cada cierto tiempo, normalmente unos tres años, un componente de una de esas bandas desafía al líder de un grupo mixto y lo destrona como cabeza de grupo. Tras la toma de posesión, es habitual que mate a casi la mitad de las crías “heredadas” que aún están en período de lactancia. Sus madres vuelven estar así dispuestas para reproducirse, esta vez con él, casi inmediatamente.
Los investigadores interpretan la interrupción de la gestación como una estrategia adaptativa de las hembras. En vez de invertir tiempo y energía en seguir gestando, parir y empezar a alimentar crías con muy pocas probabilidades de supervivencia, las abortan y reservan esas fuerzas para los nuevos hijos que tendrán con el nuevo padre. Este proceso no se articula como una “decisión” de las hembras, sino que responde a mecanismos fisiológicos aún sin determinar, si bien Roberts y su equipo apuntan, como una posibilidad, al estrés asociado a la llegada del nuevo macho .
Sus observaciones se centraron en 110 hembras de geladas pertenecientes a 21 grupos del Parque Nacional de las Montañas Simien, en Etiopía. A lo largo de los cinco años que duró el estudio, comprobaron que las hembras que abortaban aumentaban sus posibilidades de procrear. En los seis meses posteriores al “golpe de estado”, en las comunidades que lo habían sufrido sólo sobrevivieron 2 crías engendradas por el macho anterior, en comparación con las 36 de los grupos que habían mantenido a su progenitor. Pero, pasados los 6 meses (la duración habitual de la preñez), los grupos con un nuevo líder recibieron el doble de crías que aquellos que mantenían el mismo padre.
Ahora resta comprobar si el efecto Bruce, descubierto en 1959 por la bióloga británica Hilda Margaret Bruce en ratas de laboratorio, afecta también a otras especies de mamíferos en libertad.
Pilar Gil Villar