Las hojas de esta tímida planta se contraen sobre el tallo ante un mínimo roce. Lo consigue gracias a una corriente eléctrica que se produce con el roce, parecida a la de nuestro sistema nervioso frente al dolor (viaja a unos 30 cm/s).

En la base de las hojas y tallos existe una zona que actúa como bisagra; es una “bolsita” llena de líquido turgente que, al recibir el impulso, reabsorbe la sustancia hacia el interior del tallo y dobla así la hoja.

Enviado por Rosario, Almonaster La Real (Huelva)

Redacción QUO