Es una espina blancuzca capaz de rasgarle la piel al oponente y dejarlo marcado de por vida. Si tiene la suerte de sobrevivir. El arma letal se asienta en las extremidades delanteras de las ranas Babina subaspera, habitantes de las islas Amami, al sur de Japón.

Surge de la muñeca envuelta por una cubierta de piel, una especie de pseudo-pulgar que sólo deja al descubierto su extremo y, aunque la presentan todos los ejemplares, sólo los machos se valen de ellas para dañar a sus adversarios cuando se disputan la ubicación de un nido o los favores de una dama. Sin embargo, no las blanden a modo de espadas mosqueteras; el combate tiene lugar en un abrazo cuerpo a cuerpo, similar al que utilizan estos anfibios para aparearse. Por eso, la descubridora de tan peculiar rasgo anatómico sospecha que no surgieron con finalidad bélica.

En el estudio publicado en la revista Journal of Zoology, Noriko Iwai, de la Universidad de Tokio, asegura que “el trabajo de campo ha demostrado que la usan para luchar y aparearse” y supone que su primera función fue precisamente la de anclarse a la hembra durante la cópula. Con estudios más profundos se podrá comprobar si esta teoría es cierta y obtener datos que contribuyan a entender mejor la morfología de las manos.

Hasta ahora se habían detectado apéndices similares en los machos de las llamadas ranas gladiadoras (Hypsiboas rosenbergi) que pueden encontrarse en zonas de Costa Rica, Panamá, Ecuador y Colombia. Esta especie sólo los utiliza para el ataque, que suele dirigir a los ojos y los tímpanos de sus contrincantes.

Menos agresiva, pero igualmente excepcional es la anatomía de la rana de tres dedos encontrada en 2007 por Michel Garey, que ha publicado su hallazgo recientemente. En su trabajo, Garey atribuye la peculiaridad de la Brachycephalus tridactylus a factores evolutivos, no ambientales.

Pilar Gil Villar