Uno hacia arriba y otro hacia la derecha. Los ojos de las ratas pueden abandonar la mirada en paralelo y buscar objetivos opuestos, aunque no llegan a la total independencia de los de los camaleones.

Esta flexibilidad ha sido descubierta por un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica de Tubinga (Alemania) y sirve a los animales para tener permanentemente observado el espacio situado sobre sus cabezas, seguramente para detectar posibles ataques de aves rapaces.

La variación puede llegar a los 40 º en la horizontal y hasta 60º en la vertical. “Cuando la cabeza mira hacia abajo, los ojos se alejan hacia la parte de atrás, huyendo de la punta de la nariz. Si la cabeza se eleva, miran hacia abajo, bizqueando y, cuando la rata ladea la cabeza, el que está más abajo se dirige hacia arriba y el otro hacia abajo”, explica Jason Kerr, uno de los autores del estudio, publicado en Nature. Para llegar a esa conclusión se han servido de cámaras en miniatura montadas sobre la cabeza de los roedores con las que han grabado todos sus movimientos oculares.

Cuando analizaron el campo visual de cada ojo, Kerr y sus colegas comprobaron que no se fusionaban en una única imagen, lo que debería dificultarles calcular distancias y ver los objetos con definición. Es posible que utilicen algún recurso alternativo para compensar esta carencia, como determinados movimientos de la cabeza, al igual que hacen algunas aves no rapaces, o el recurso a estímulos recibidos por el olfato o los bigotes. Sin embargo, harán falta más estudios para comprobar esta hipótesis.

Pilar Gil Villar