Cuando Lyall Watson afirmó en 1973 en su best-seller Supernature que las plantas tenían emociones dignas de un detector de mentiras, los científicos se burlaron y lo tacharon de hippie. Recientemente, investigadores australianos descubrieron que las plantas podrían no solo hablar entre ellas, sino también mejorar o empeorar su crecimiento según el compañero que le pongan a echar raíces al lado. Por ejemplo, la albahaca crece mejor junto al chile pero peor junto al hinojo. Esto ocurre incluso cuando se las aísla física, química y visualmente.
El equipo de la Dra. Gagliano descubrió hace un tiempo que las plantas pueden emitir sus propios sonidos y responder a frecuencias concretas. Según explican en la investigación, las raíces emiten un sonido durante su crecimiento, una especie de clic, que puede llegar a detectarse utilizando micrófonos láser altamente sensibles. Por desgracia, las pobres plantas aún no pueden saltar del macetero si no les gusta su vecino.
* Publicado en Quonectados nº 215
Redacción QUO
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