Si alguna vez tienes la oportunidad de boxear contra un canguro recuerda dos cosas: tu vida es muy extraña y vigila su gancho de izquierda, ya que la mayoría de los marsupiales son zurdos. Así lo afirma el biólogo ruso Yegor Malashichev.
Averiguar cómo algunas especies de canguros y wallabies evolucionaron para ser zurdos podría ayudar a los científicos a comprender cómo los humanos evolucionaron hacia la lateralidad, la preferencia por una u otra mano para desarrollar tareas. Al igual que nosotros, estas criaturas son bípedas y esta relación puede ser más que una mera coincidencia.
“Parece que el bipedismo es un factor desencadenante que empuja hacia adelante la evolución del uso de las manos”–, afirma Malashichev, cuyo equipo ha publicado sus hallazgos en la revista Current Biology –. “De pie sobre sus patas traseras libera sus extremidades anteriores, y puede hacer con ellas lo que quiera.”
Las estimaciones sugieren que hasta nueve de cada diez seres humanos son diestros, y algunos estudios aseguran que esta proporción no ha cambiado mucho desde la época de los neandertales. Otros biólogos han tratado de relacionar la preferencia de una u otra mano con las asimetrías del cerebro: en el 90 % de los diestros, la mitad izquierda del cerebro controla la extremidad dominante, pero también es la sede de las regiones especializadas en el habla. El problema es que el 70% de los zurdos, también poseen en el lado izquierdo del cerebro la región asociada al lenguaje.
Si bien hace tiempo se sabe que los primates no humanos pueden favorecer una extremidad sobre otra, los científicos esperaban una paridad del 50% y 50%.Pero en el mayor estudio de chimpancés en cautiverio, que incluyó cientos de animales, Bill Hopkins de la Universidad Estatal de Georgia encontró aproximadamente el doble de diestros.
Los críticos de este trabajo respondieron que estos primates podrían haber recogido este comportamiento por imitación de sus cuidadores humanos. La realidad es que el trabajo de seguimiento en la naturaleza ha complicado el panorama: las poblaciones de chimpancés aislados de contrato con humanos tienden a utilizar la mano derecha para ciertos trabajos, como beber agua de una hoja, pero favorecen a su izquierda para otros, como utilizar palos para extraer termitas.
En los canguros, este comportamiento, parece ser más consistente. Malashichev y dos de sus estudiantes de posgrado de la Universidad Estatal de San Petersburgo, pasaron 18 semanas en Australia fotografiado docenas de canguros salvajes y wallabies. Ya sea arrancando hierba para comer o rascarse la nariz, la mayoría de los animales tendían a favorecer sus brazos izquierdos.
Para los investigadores, esta excepción fortalece aún más el vínculo entre la postura erguida y la lateralidad. Lo mismo hicieron los comportamientos de una tercera especie de canguro que observaron en un zoológico de Sydney: el canguro arbóreo de Goodfellow.
“Este es uno de los estudios más sólidos en el que se ha demostrado un comportamiento imparcial” – dice Richard Palmer, biólogo evolutivo de la Universidad de Alberta y crítico con los primeros trabajos de Hopkins en los primates –. “Uno de sus puntos fuertes es la inclusión de múltiples especies.”
Por qué los canguros favorecen su pata izquierda en lugar de su derecho es un misterio. Malashichev sospecha que el sesgo puede haber surgido un tanto al azar durante el curso de la evolución; elementos en el cerebro que podrían haberse desarrollado para dar un giro a la izquierda. La verdad es que el cerebro de los marsupiales es muy diferente del nuestro, principalmente carecen del cuerpo calloso, las fibras que conectan el hemisferio izquierdo y el derecho en el cerebro humano.
La preferencia lateral es un misterio, muy relacionado también con la asimetría cerebral: los polluelos tienden a usar su ojo derecho para detectar alimentos y los ballenatos prefieren seguir sus madres a la derecha. Los sapos son diestros pero los loros australianos son zurdos.
Tecumseh Fitch, biólogo cognitivo de la Universidad de Viena, espera que el estudio de canguro inspire a los científicos a echar un vistazo a otros animales no primates. “Todo este debate – concluye Fitch – se ha centrado tanto en los primates que no sabemos mucho acerca de otras criaturas. Podemos aprender mucho observando estos grupos poco estudiados.”
Juan Scaliter