Unos 520 millones de años atrás, una amplia variedad de animales irrumpió en la escena evolutiva en un evento conocido como Explosión Cámbrica. En tan sólo 10 millones de años, los animales marinos evolucionaron la mayor parte de las formas básicas del cuerpo que se observan en los grupos modernos. Debido a ello, dicho evento ha generado un intenso debate ya desde la época de Darwin. Algunos paleontólogos la ven como un sorprendente episodio de evolución sin precedentes, mientras otros sugieren que se trata de una confusión debido a un registro fósil poco fiable.
Ahora, un equipo internacional ha revelado el secreto detrás de la polémica. El evento clave, propuesto hace mucho tiempo por el coautor del estudio, publicado en American Journal of Science, Joseph Kirschvink, de Caltech, se conoce como desplazamiento polar. Las placas continentales y oceánicas de la Tierra están en constante movimiento, pero en ocasiones extraordinarias, toda la masa sólida se desliza sobre el núcleo externo líquido en el curso de cinco a diez millones de años, haciendo que las ubicaciones geográficas de las placas terrestres cambien por completo. El estudio sugiere que hace 520 millones de años, una sacudida de más de 60 grados trasladó la mayoría de los continentes desde zonas polares a latitudes tropicales. Por razones que todavía se discuten, la diversidad biológica alcanza un pico alrededor del ecuador y se reduce a medida que se acerca a los polos. La rotación del Cámbrico, por tanto, habría provocado que enormes extensiones de tierra se agruparan en las zonas más cálidas, causando la conocida explosión de biodiversidad.
Otra consecuencia del desplazamiento polar, es la subida del nivel de los mares y la inundación de cientos de metros tierra adentro en zonas costeras. Esta inundación habría aumentado la preservación de fósiles, pero también habría “creado” nuevos hábitats para la rápida diversificación, en particular los grandes rutas marítimas continentales plagadas de nichos ecológicos que no habían sido explorados anteriormente.
“Este nuevo aspecto geográfico – concluye el coautor del trabajo Timothy Raub, del Departamento de Ciencias Planetarias y Ambientales de la Universidad de St. Andrews – responde a un debate que se remonta a más de cien años. A partir de ahora se debe animar a los científicos a revisar todo tipo de viejas y nuevas hipótesis, que ya no deben limitarse solo al campo de la evolución o la preservación de fósiles, sino evaluar otras posibilidades”.
Juan Scaliter