Ubicadas en la Melanesia tradicional, las Islas Salomón son un país insular formado por seis archipiélagos y casi 1.000 pequeñas islas. A pesar de tener una superficie de 28.450 km2, que viene a ser 28 veces más que la de Nueva York, su censo supera por poco los 600.000 habitantes (frente a los ocho millones que alberga la ciudad de los rascacielos). Esta curiosa situación le convierte en uno de los países menos poblados del Pacífico.

Lo peor de todo es que esta situación apunta a empeorar. Según una nueva investigación publicada en Environmental Research Letters, las Salomón han perdido cinco de sus islas a consecuencia del aumento del nivel del mar. Además, el océano debió quedarse con hambre pues le pegó un buen bocado a otras seis. Para los científicos, la principal razón es el cambio climático, es decir, el impacto de la intervención humana en el medio ambiente, como pueden ser proyectos de recuperación hidrológica o la construcción de rompeolas.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores de la universidad de Queensland (Australia) analizaron imágenes aéreas y satelitales tomadas en 33 de sus islas entre 1947 y 2014. Aunque afirman que esta es la principal de las razones, hay otras que han podido ayudar a crear esta dramática situación. Según explica la investigación, las Islas Salomón están situadas en un lugar del mundo donde son muy frecuentes las olas, los huracanes y el movimiento de placas tectónicas. Esto podría haber contribuido también a elevar el nivel del mar. Además, la interacción sinérgica entre el incremento del nivel del mar y la acción de las olas es otra razón que puede haber contribuido a la erosión de las islas.

Esta situación está provocando el desplazamiento constante de los habitantes de las Salomón. Con todos los dramas personales que eso ocasiona. Según explicó Simon Albert, autor principal del estudio, al Washington Post esta situación está creando incluso conflictos éticos. En islas como la de Nuatambu el océano se ha zampado 11 casas de las 23 que había. «Las familias que se han visto obligadas a desplazarse se marcharon a Choiseul. Lo que una vez era una sola comunidad unida, se ha fracturado en cinco pequeñas aldeas». La comunidad cobra una mayor importancia en estos lugares que en cualquier otro ya que la tierra está controlada por dueños tradicionales. Esto significa que mover a gente de un sitio para ponerla en la tierra que pertenece a otros supone una fuente de conflictos.

Otros que ya están preparados para abandonar sus vidas son los 600 habitantes de la ciudad de Taro, una extensión de tierra de poco más de un kilómetro de ancho donde la iglesia, la escuela y otros servicios locales esperan para ser engullidos por las crueles aguas del mar. Esta situación ha provocado que Taro sea uno de los primeros lugares en ser abandonados a consecuencia del cambio climático.

El estudio apunta a que el nivel del mar ha subido desde 1950 unos tres milímetros de media por año hasta 1994, momento en que empezó a elevarse anualmente siete milímetros.

Fuentes:

iopscience.iop.org | washingtonpost.com

Redacción QUO