Solo en Europa, en el verano de 2003, cuando los termómetros batieron récords, murieron, a causa del calor, unas 70.000 personas. Y los pronósticos para el futuro no son nada halagüeños: se espera que en 2020 la cifra se eleve en 26.000 muertes más y que para 2080 llegue a los 127.000. Lo llamativo es que las muertes por olas de calor, según un reciente estudio, aumentan en la misma magnitud que descienden las causadas por el frío.
Con esto en mente, científicos de la Universidad de Columbia han realizado un modelo para saber cuántas de esas muertes se podrían evitar y cómo. De acuerdo con los resultados, publicados en Environmental Health Perspectives, gran parte de esas vidas se podrían salvar.
“Sabemos que el cambio climático está produciendo más días de temperaturas de calor extremo – explica Elisaveta P. Petkova, una de las autoras del estudio –, poniendo en riesgo a una mayor cantidad de personas en los años que vendrán. Nuestro trabajo demuestra que se pueden prevenir muchas de estas muertes limitando las emisiones de gases de efecto invernadero y tomando medidas que permitan a las personas adaptarse a estas temperaturas”.
Entre las propuestas elevadas en el artículo, destacan que las ciudades promover la instalación de techos reflectantes, vegetación y llevar a cabo estrategias como sistemas de alerta para la población más vulnerable y la disponibilidad de centros específicos en los cuales refugiarse. Los consejos fueron concebidos para Nueva York, pero, de acuerdo al estudio, se pueden aplicarcualquier gran ciudad.
Juan Scaliter