Las ratas no gozan de mucha popularidad en nuestra sociedad. Es un animal que inspira repugnancia y temor, aunque no siempre estén justificadas esas reacciones.El caso es que el gobierno de Nueva Zelanda ha dicho basta, y ha decidido declararle la guerra este roedor. Las autoridades del país de las antípodas se han propuesto el año 2050 como fecha límite para acabar con todas las ratas del país y, de paso, también con las zarigüeyas y las comadrejas.
El motivo principal de esta furia exterminadora, es que las tres especies no son autóctonas, sino invasoras, y se considera que causan un gran daño a los ecosistemas locales. Por supuesto erradicarlas no será tarea fácil. El primer paso consiste en crear áreas limpias de la presencia de estos animales. Pero, ¿cómo lograrlo?
Como principal arma, el gobierno neozelandés cuenta con el pesticida 1080, considerado el raticida más potente del mundo. Pero su uso no está libre de polémicas, ya que los grupos ambientalistas piensan que, de rebote, puede causar daños a otras especies, y también contaminar manantiales de agua.
Desde luego, acabar con todas las ratas de un país no es una tarea sencilla. Se estima que la población mundial de estos roedores anda por los cuatro trillones, aunque en algunos lugares sonmás numerosos que en otros. En Europa, según un estudio realizado por el Food and Environment Research Agency del Reino Unido, se calcula que tocamos a una media de seis ratas por individuo.
De hecho, solo hay un lugar habitado en el mundo que esté oficialmente libre de la presencia de estos animales. Y se trata de la región de Alberta en Canadá. En principio no es el lugar idóneo para que viva esta especie, dadas sus frías temperaturas. Oficialmente, la primera rata fue detectada allí en 1950, en un cargamento de grano. A partir de ese descubrimiento, se localizaron hasta trece más en el año siguiente.
Aquello fue suficiente para que las autoridades de Alberta declararan la prohibición total de las ratas. Si se detecta la presencia de un ejemplar, la orden es eliminarlo sin miramientos. Igualmente, todos los edificios son sometidos periódicamente a una revisión, para certificar que están libres de la presencia de roedores. Existe también un teléfono público al que se puede llamar durante las veinticuatro horas para denunciar la presencia de algún ejemplar. Se estima que al año se reciben unas trescientas avisos, pero casi siempre son falsas alarmas.
En Alberta han tenido éxito a la hora de mantener su territorio libre de estos animales, pero no hay que olvidar que su principal aliado ha sido la temperatura y el hecho de que, tradicionalmente, no se tuviera constancia de la presencia allí de esta especie.
El caso de Nueva Zelanda parece más complicado, ya que las ratas se instalaron en dicho país hace varios siglos, y su población actual es muy numerosa. Además, no hay que olvidar que esta especie se reproduce con rapidez. Una hembra pone hasta doce camadas en un año, y en algunas de ellas puede alumbrar hasta veinte crías. Con semejante ritmo de producir nuevos individuos, los responsables de luchar contra esta plaga vana tener mucho trabajo.
Vicente Fernández López
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